28 de octubre de 2009
¿Por qué todo cristiano debería ser matriarcal?
¿Por qué todo cristiano debería ser matriarcal?
- Porque la familia en la que creció Jesús no era patriarcal.
- Porque Jesús transgredió las normas más sagradas del patriarcalismo, razón por la cual fue asesinado (Mc 7, 1-13; Lc 6, 9-11).
- Porque a Jesús se le llamaba Nazareno por su procedencia materna, no paterna. Un claro ejemplo de matrilinealidad (Mc 6, 3; Lc 1, 26-27).
- Porque Jesús reclama para el varón el valor de sentirse hijo antes que padre. El Hijo del Hombre, Hijo de Dios, eran títulos apropiados para Jesús, quién siempre renunció a ser llamado Padre.
- Porque Jesús niega la autoridad del padre biológico, al reconocer como único Padre a Dios (Lc 2, 48-50).
- Porque Jesús defendió a la mujer de su tiempo y la liberó del peso de la Antigua Ley patriarcal y milenaria. (Jn 8, 1-11; Lc 7, 36-50)
- Porque Jesús anuló la antigua Ley, escrita e interpretada por hombres, y la sustituyó por la ética del Amor (Mt 7, 12).
- Porque Jesús nunca deseó ser llamado padre, ni marido, ni sacerdote (Mc 12, 18-27), roles clave para la perpetuación del patriarcado.
- Jesús integró en sí mismo la feminidad de lo divino. La "paternidad" de su Dios era muy distinta a la de nuestros padres, habitualmente paternalistas y acríticos con el patriarcado. La parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32) revela una 'paternidad' desconocida para la mayoría de nosotros: no autoritaria, no condenatoria, comprensiva y misericordiosa.
El Dios Padre de Jesús no tiene nada que ver con nuestra idea del padre patriarcal.
- Porque la profetisa Ana en Jerusalén ya anunció que el Espíritu Santo dió la autoridad a las madres y negó la de los padres. (Lc 2, 36-38)
- Porque los discípulos varones de Jesús, empezando por Pedro, han traicionado las enseñanzas de su maestro, siendo incapaces de gobernar nada sin el uso del miedo y la violencia.
- Porque las estructuras patriarcales (políticas, económicas, religiosas, filosóficas) han demostrado ser sobradamente incompetentes para vencer la miseria, la guerra y la violencia contra la mujer y los niños.
- Porque los mitos cristianos afirman la independencia de la mujer respecto al hombre. El mito fundacional del cristianismo tiene muy posiblemente un origen femenino (ir a artículo).
- Aunque el patriarcalismo termine con las vidas de muchas mujeres, Cristo tiene fe en que la mujer puede superar el silencio al que se la somete y colabora activamente en su emancipación (Lc 8, 49-56).
- Jesús denuncia que sus discípulos varones se han apropiado injustamente de la labor de la mujer. La samaritana ha realizado el trabajo duro de la siega, mientras que los discípulos varones se han atribuido el mérito de la cosecha, desplazando injustamente la figura de la mujer y quedándose con el protagonismo (Jn 4, 1-42).
- Porque María nunca se sometió a la voluntad de ningún hombre, ni siquiera del mismo Jesús. (Lc 1,38)
- Porque Jesús antepuso la autoridad de su madre María a cualquier otra. (Jn 2, 1-12)
- Porque Dios, para Jesús, es Amor, y el amor no es autoritario ni violento.
- Porque Jesús, en el último momento de su vida, reconoció la autoridad de la madre ante toda su comunidad, no mencionando para nada la autoridad de ningún Dios Padre o varón, pues éstos le habían abandonado. (Jn 19, 27)
- Porque Él nunca juzgó a las mujeres condenándolas (Lc 6,37; ), sinó que les devolvió su dignidad y la libertad perdida (Lc 7, 36-50). La mayoría de sus críticas se dirigía a los varones, incluyendo a sus propios discípulos.
- Porque Jesús desea la libertad de aquellos que sufren la marginación, la discriminación y la violencia (Lc 4, 16-22).
- Porque Jesús niega el poder piramidal ejercido mediante la violencia y el miedo. (Mc 10, 42-45)
- Porque Jesús insiste exclusivamente ante sus discípulos varones que lo más importante no son el poder, ni la fama, ni las riquezas, sino el servicio, la humildad y la austeridad, dando a entender que ése es el punto débil de todo varón, la ambición de poder. En cambio, entre los demás discípulos de Jesús, las mujeres nunca dieron muestras de querer apropiarse del liderazgo (Mc 9, 33-41; Lc 9, 46-48).
- Porque la compasión de Cristo debe empujarnos a corregir las injusticias sociales (Mt. 25:34–36), y el machismo ha sido La Injusticia más vergonzosa de la humanidad (Lc 1, 42-56).
- Porque el Reino de Dios no es exclusivo de unos elegidos o una élite, sino que es inclusivo y abierto a todos aquellos que tienen sed de paz y justicia.
- Porque Jesús supo negarse a sí mismo, invitando a sus discípulos a hacer lo mismo, por el Reino de Dios. Así como millones de madres se niegan a sí mismas cada día por amor a sus hijos, millones de varones siguen pensando sólo en su propia satisfacción y en acumular poder y propiedades. En el Reino de Dios, los últimos son los primeros; las mujeres son las que más y mejor han amado, y por eso ellas merecen la primacía sobre aquellos varones que no han sido humildes y han abusado de su fuerza. Cristo enaltece a la mujer por sus actos.
- Porque la mujer no ha sido la creadora de conceptos tales como culpa, pecado, impureza, tentación,... ideas masculinas creadas para el control psicológico de la mujer y la sociedad. En ese sentido, Jesús libera a las mujeres de esos conceptos culpabilizadores, "venció el pecado" y declaró que cuando la mujer ama no peca (Lc 7, 36-50).
Para el mismo Jesús, hijo de madre soltera, carecer de padre significó una liberación, le permitió crecer sin referentes patriarcales. Su madre ejerció su autoridad dejándole el espacio necesario para crecer en autonomía.
La independencia de Jesús le convierte en el modelo de Hijo que no desea elevarse a Padre.
La independencia de María la convierten en modelo de madre que no está subordinada a ningún hombre.
Ambas figuras son, para las primeras mujeres cristianas, ejemplos modélicos de la Madre y el Hijo. Son las únicas figuras humanas divinizadas por esa tradición mítica, originalmente femenina: Jesús por la Resurrección y María por la Ascensión.
Para las primeras seguidoras de Jesús, el Amor maternofilial entre María y su Hijo merecía ser divinizado.
Los evangelistas y los apóstoles, por el contrario, enfatizaron la relación de Jesús con el Dios Padre, relegando a un segundo lugar a María y el resto de amigas de Jesús, los testimonios más directos de su revolución, las que pasaron más tiempo con él y su madre.
En el siglo I el cristianismo no era un movimiento doctrinalmente unificado, sino una pluralidad de tendencias distintas, que entendían el mensaje de Jesús sobre el próximo reino de Dios y la propia figura de Jesús de modos distintos. La unificación solo llegaría tres siglos más tarde, impuesta por la autoridad política. No sería ningún profeta, apóstol ni teólogo el que unificaría el cristianismo, sino el emperador Constantino.
Varias importantes tesis del cristianismo posterior son inventos paulinos, como la resurrección de Jesús, el pecado original y la redención de toda la humanidad por la muerte expiatoria de Cristo. También lo son otras no menos misteriosas, como la eucaristía y el carácter divino de Jesús.
El cristianismo que conocemos ha ignorado por completo la "otra tradición" no patriarcal del cristianismo. Si leemos los evangelios entre líneas veremos aspectos sorprendentes de esas reminiscencias antiapóstólicas, antipatriarcales y feministas.
¿Qué "cristianismo" hubiera nacido de María Magdalena y el resto de mujeres, si éstas no hubieran sido silenciadas?
Por supuesto, uno totalmente distinto al que conocemos, dónde el énfasis se hubiera trasladado de la sacralidad de Dios a la sacralidad de la Naturaleza, en la línea de lo enseñado por Jesús.