26 de febrero de 2010

Los bebés, esos grandes desconocidos.





Entrevista publicada originalmente en “La vanguardia” (23/11/2009), tomada del blog "Mimos y Teta".
Soy lo bastante mayor para acumular experiencia y lo bastante joven para seguir aprendiendo. Soy de Barcelona. Soy médica, psiquiatra y psicoanalista. Estoy casada y tengo tres hijos y seis nietos. ¿Política? Favorable a los más necesitados. ¿Dios? Eso son cuestiones privadas
Eulàlia Torras de Beà, psicoanalista y psiquiatra infantil


¿Qué tiene de malo una guardería?

Es algo que necesitan los padres…, pero no es lo que necesita un bebé.

¿Y qué necesita un bebé?

La cercanía cálida, constante y segura de sus amorosos padres.

Pero si los padres no pueden…

Dejan a sus bebés cada vez más tempranamente en guarderías, sin calibrar las consecuencias…

¿A qué edad entran los bebés en guarderías?

¡Con cuatro meses! Algo impensable hace 40 años…

¿Y qué consecuencias tiene esto?

Mala crianza. Asumimos como normal que nuestros bebés enfermen, ¡y no lo es!

¿Enferman por culpa de la guardería?

Multiplica las posibilidades de enfermar: el bebé está más expuesto a gérmenes… y, sobre todo, más propenso a toda afección.

¿La guardería acentúa la propensión a enfermar del bebé?

Sí. El propio hogar, los brazos de mamá y papá, un círculo reducido de personas… ¡eso es lo que fortalece emocional, cognitiva y físicamente al bebé! La guardería, en cambio, puede comprometer su desarrollo.

¿Tanto como eso?

El ingreso en la guardería lo hace retroceder temporalmente en competencias que está adquiriendo, como hablar, caminar…

¿Por qué?

Un entorno estable proporciona seguridad al bebé, seguridad que lo anima a explorar: así madura bien. Alterar su entorno le resta seguridad, lo que frena su desarrollo.

¿No está dramatizando, doctora?

Lo confirman los últimos hallazgos en neurociencias y psicología evolutiva.

¿Me los resume?

De los cero a los dos años, cuando más plástico es el cerebro, las neuronas del bebé se desarrollan según la calidad de los estímulos que recibe por interacción con las personas centrales de su mundo: abrazos, achuchones, caricias, risas, balanceos, movimientos, sonidos, voces, cantos, palabras, mimos, cariños, músicas, olores, colores, sabores…

¿Y besos?

Y besos. Todo eso sofistica y enriquece su sistema neural y nervioso, el sistema desde el que establece su relación emocional y cognitiva con el mundo y consigo mismo.

¿La guardería no da esos estímulos?

Imposible en grado óptimo, improbable en el necesario, difícilmente con la intensidad y calidad de unos papás atentos y amorosos.

Ya no existen a tiempo completo.

Y quizá por eso llegan cada día a las consultas más psicopatologías en niños cada vez menores… ¡España es ahora el tercer país que más psicofármacos receta a menores! Cortamos síntomas sin analizar causas.

También padecemos en España un elevado fracaso escolar.

Tampoco analizamos causas, preferimos castigar o etiquetar: “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, y medicar.

Ir pronto a la guardería ¿no garantiza una mejor escolaridad ulterior?

No. Hay que escolarizar al niño justo cuando empieza a quedársele pequeño su hogar.

¿Y a qué edad sucede eso?

No antes de los tres años.

¿Tan tarde?

En Finlandia los padres no están obligados a escolarizar a sus hijos ¡hasta los siete años! Y Finlandia es el país con menos fracaso escolar de Europa, vea el informe PISA.

Seguro que concurren otros factores…

El principal es que el Estado sufraga durante el primer año a los padres. Y luego permite horarios laborales intensivos o reducidos. Así, ¡los padres pueden criar a sus hijos! Y un niño bien criado en casa llegará a la escuela muy estimulado, con ganas de descubrir. Y aprenderá más y mejor.

O sea, que deberíamos mimar al bebé.

Atender sus necesidades de hambre, sueño y – sobre todo-cariño. No es sobreprotegerlo, ¡es protegerlo de lo que vendrá! Porque el niño así criado gozará de estabilidad emocional, autoestima y coherencia: estará bien preparado para los reveses que vendrán.

¿Y no será así si se ha criado con mucha guardería o en un orfanato?

La pobreza de estímulos empobrece su desarrollo: serán niños poco orientados, intemperantes y más agresivos, más vulnerables a la frustración, más depresivos…

Diga algo bueno de las guarderías.

Muchas tienen excelentes cuidadoras, pero repartirse entre tantos niños imposibilita la calidad de la atención personalizada.

Mejor una guardería que algún hogar.

Ante un hogar con abandono, conflicto permanente y agresividad crónica, ¡mejor una guardería, sí! La guardería es útil en ciertos casos y momentos, pero no es la opción principal para criar saludablemente a un bebé.

Envíe un mensaje a los padres.

Uno de la doctora Julia Corominas: “Dedicar tiempo a los hijos de pequeños os ahorrará mucho tiempo cuando sean mayores”. Ahorro en salud física, mental y emocional.

¿Qué haría si mandase en España?

En vez del populismo político de inaugurar guarderías, subvencionaría a los padres para que dedicasen tiempo a criar a sus hijos hasta los tres años: ¡eso sí sería progresista!

En algo sí habremos progresado en los últimos 40 años.

Sí: en conocimiento. Sabemos cómo optimizar el desarrollo de los niños. ¿Por qué no lo aplicamos? ¿Queremos su felicidad futura?


Madres a la oficina, bebés a la guardería: relevante cambio social de los últimos 40 años. Con algunas consecuencias indeseables. Quien las señale se expone a ser tildado de carca. Pero se agolpan las evidencias neurocientíficas, y hay que plantearlas: lo hace la doctora Torras –¡se reprocha haber callado demasiados años!-, presidenta de la Fundació Eulàlia Torras de Beà (http://www.fetb.org/), gestora de varios centros de salud mental infantil y juvenil y que ahora celebra 40 años de trabajos.
Cada día hay más padres inquietos ante una política socioeconómica que dificulta procurar a sus hijos una feliz y saludable crianza, padres como los que se mueven en http://mastiempoconloshijos.blogspot.com/

24 de febrero de 2010

Raimon Panikkar, la sabiduría del diálogo.

En esta entrevista informal, Raimon Panikkar se negaba a que le etiquetaran con el calificativo de "persona espiritual". El espíritu sin la materia no existe, y la materia sin el espíritu, mata.
También se niega a que le llamen "ser humano", prefiere que le vean simplemente como un "ser". El antropocentrismo nos lleva a degradar a los demás seres de la naturaleza, a perderles el respeto.

La entrevistadora le pregunta por la dificultad de ser un "ser" durante todo el día. Todo lo contrario, afirma él, "ser" no debe preocuparnos. Tener miedo es perder la confianza en nuestro ser, y dejarnos llevar por los roles. Nos gusta jugar roles, y el miedo a no saber jugar nuestro rol correctamente, el miedo al fracaso, aparece cuando nos olvidamos de "ser". ¡No debes preocuparte por tu ser, porque tú ya eres! Eso es a lo que se refieren todas las tradiciones con la "pureza del corazón".

Para la mentalidad occidental, este tipo de razonamientos se nos hace complicado, según Panikkar, porque en occidente estamos subdesarrollados (en ese momento incómodo de la entrevista, la periodista cambia de tema).
Hemos sido invitados al banquete de la vida por un corto período de tiempo. Disfrutémoslo, pero no emborrachándonos (eso no es diversión, es evasión), sino profundizando en nuestro "ser", descubriéndonos, viviendo cada instante desde la raíz de lo que somos.




* * *

Raimon Panikkar (Barcelona, 1918)
Filósofo, científico y teólogo de renombre universal. De madre catalana y padre hindú ha dedicado su vida al estudio de las tradiciones religiosas, a fin de propiciar el diálogo y la mutua fecundación entre ellas.




¿Cuándo hablamos de problemas ecológicos o sociales, basta con el razonamiento de tipo económico?

Creo que no. Lo que nos falta a nosotros es, sobre todo, sensibilidad. Hoy mismo, sin ir más lejos, en este pueblo tan precioso, ha venido un autocar y se ha plantado en medio de la plaza. ¡Esto es falta de pudor! Nos falta sensibilidad, la hemos perdido completamente.


Por ejemplo, la fisión del átomo representa un aborto cósmico. Que a alguien le abran la barriga para sacarle un niño que quiere o no quiere, me sabe muy mal y no es nada agradable. Pero que hayamos abierto la vagina del átomo, de la materia, mater, madre, porque queremos extraer de ella la energía que necesitamos para hacer nuestras cosas, es un aborto cósmico, pero hemos perdido la sensibilidad para reconocerlo. No hablo de la bomba atómica, hablo de lo que quiere decir exclusivamente abrir el átomo; la fisión del átomo es antinatural, y eso quiere decir que todo el problema no es sólo un problema económico, es un problema de toda una concepción del mundo. Toda esta concepción del mundo desde Galileo hasta hoy está realmente equivocada. Creo que la ciencia moderna es perversa.


Usted habla a menudo de «lo Femenino». ¿Qué puede entenderse por «lo Femenino»?


Es una palabra ya muy poco femenina, porque si como hombre digo qué es "lo femenino" creerán que quiero imponerlo. Hemos perdido uno de los polos de la existencia. Puede decirse masculino-femenino, puede decirse Yin-Yang, puede hablarse de Divino-Humano, Activo o Pasivo, puede decirse de cincuenta mil formas. Pero indiscutiblemente, hemos basado toda una concepción de la vida, de la realidad, de la ciencia… en un solo polo, que es predominantemente masculino. ¿Qué nos hace falta? Nos falta todo, la pasividad, el saber recibir. Tenemos el corazón mucho menos desarrollado que la cabeza. Nos falta pues lo femenino. Lo femenino es el otro polo tan necesario, tan importante: el contrapunto. Por eso, cuando el movimiento femenino quiere solo imitar lo masculino… muy bien en cuanto a justicia de sueldo, de las firmas, de las cuentas bancarias y de los matrimonios, pero ese logro puede implicar a su vez una pérdida. Creo que la dimensión femenina está por encima de todas esas desigualdades, que urge reparar por justicia, pero que pueden ocultar dicha dimensión.


Nosotros queremos controlarlo todo, y si no tenemos el control de las cosas nos sentimos muy incómodos. Digámoslo de otra manera: queremos tener certezas. De la certeza que comienza con Descartes, a la seguridad personal, a la seguridad nacional… todo es lo mismo. Necesitamos y buscamos seguridad. Ahora España se gasta uno de los presupuestos más altos de todo el mundo en armamento para nuestra «seguridad». Que yo sepa, nadie nos ataca ni nadie nos quiere atacar. Nadie quiere «tomar» Europa; no tenemos tantas riquezas bajo el suelo ni tanto petróleo. No es rentable para una invasión militar de otros países.


Pero hay 25 millones de militares hoy en día en el mundo. Hay un soldado por cada 250 personas y en cambio sólo un médico por cada 3.500 personas (no digo que la medicina occidental sea la solución pero es un dato significativo).


Los machos no tienen, por otra parte, el monopolio de ser hombres. Hombre no es un término que en todas las lenguas sea masculino, incluso en griego puede llegar a ser femenino, el «ántropos», y en sánscrito y en latín… «Homo» quiere decir «humus», aquello que sale de la tierra y no ha llegado al cielo. Como en chino, hombre es el intermediario entre el Cielo y la Tierra; todo hombre tiene los dos reinos, la doble polaridad. En unos predomina más una cosa, en otros otra.


Además tengo la siguiente hipótesis: la guerra es un fenómeno cultural, no es un fenómeno natural. La guerra está altamente ritualizada. Los animales no hacen guerra. Y cuanto más aumenta el —digamos— grado de civilización, desde hace 6.000 años, más aumentan las guerras. Cada siglo aumentan. Actualmente hay 46 ó 47 guerras, declaradas o no declaradas. Tras la Segunda Guerra Mundial ha habido muchos más muertos que en todas las demás guerras. Mi hipótesis es que la guerra —que es fenómeno cultural— empezó, o al menos está relacionada, con el paso del matriarcado al patriarcado. Y no es que yo ahora quiera idealizar a las mujeres. Las mujeres organizarían el mundo tan mal como los hombres si quisieran hacerlo solas. Pero me parece que hay un paso del matriarcado al patriarcado… Creta, la India, todo el Mediterráneo… y en este momento también empiezan las guerras, porque las guerras comienzan con la aglomeración poco natural de la ciudades.


¿Por qué nos falta lo femenino? ¿Se produce con este paso al patriarcado la descompensación hacia el polo de lo masculino?


Esto es una hipótesis por estudiar. Lo masculino se va desarrollando poco a poco, cada vez más. Donde está representado de un modo más fuerte es con el nacimiento del racionalismo; la razón, aunque en catalán y en castellano sea una palabra femenina, es eminentemente masculina, la razón cartesiana sobre todo. Otra de mis tesis es que hoy en día utilizamos la razón como un arma. No se utiliza en toda su dimensión femenina de comprender, de dejarse fecundar por el otro, dejarse incluso convencer. No, yo utilizo la razón para tener razón, para ganarte, para demostrarte lo que quiero demostrar. No puede haber Paz si no nos desarmamos culturalmente. Es el viejo tema, la cuestión de la razón, que es el problema de la feminidad, de la utilización de las cosas para ser feliz, para ser uno mismo, para completarse. Pero eso nos da miedo. Nos da miedo porque una de las esencias de lo femenino es ser vulnerable. Y nos asusta ser vulnerables. Implica no tener control, y eso nos atemoriza —¿y quién lo controlará?— ¿Pero para qué demonios hace falta que se controle todo? ¿Quién controla el sol y las estrellas?


¿Lo femenino puede equipararse a la Naturaleza?


Lo femenino es la naturaleza, es la Tierra.



21 de febrero de 2010

Una verdad incómoda: todos somos mujeres (I).


Resulta paradójico que sean los mismos filósofos del siglo XX quienes hayan diagnosticado la muerte de la filosofía. Es algo muy positivo, para toda la humanidad, el hecho de que la ciencia de todas las ciencias esté agonizando, y lo reconozca públicamente. Los padres del saber filosófico deben estar retorciéndose en sus tumbas. Porque su pensamiento, aparte de resultar una distracción más o menos útil, no ha servido para salvar a la humanidad de la ignorancia y la barbarie.

¿Me alegro de la decadencia de la filosofía? Sí, y mucho. Porque la filosofía ha venido siendo, hasta ahora, únicamente patriarcal (con muy pocas excepciones en el siglo XX) y ello ha provocado su ruina y la de nuestra civilización.

"Darse cuenta de que nuestro conocimiento es ignorancia, es una noble comprensión interna. Considerar nuestra ignorancia como conocimiento es una enfermedad mental. Sólo cuando nos cansamos de nuestra enfermedad, dejamos de estar enfermos." (Tao Te King, 71)

La historia de la filosofía entendida como "amor a la sabiduría" deja mucho que desear. ¿Qué es eso de la sabiduría? ¿Qué sabiduría han aportado los filósofos a la sociedad? Cada pensador ha dado su opinión al respecto, rebatiendo a los pensadores que le precedían. Algunos tildados de visionarios han osado aventurarse en la utopía. Se habrán acercado a ella en mayor o menor medida. Pero no han podido cambiar la realidad tal como desearíamos. La filosofía ha sido, más que un método eficaz para hallar la verdad, una distracción que nos ha alejado de ella.

9 de febrero de 2010

Una sociedad sin matrimonio


He tenido el placer de conversar vía e-mail con John Lombard, canadiense fundador de la Mosuo Cultural Development Association, organización destinada a financiar proyectos para proteger la especificidad cultural de esta etnia matriarcal china. En ese país ha trabajado durante años, y su pasión por la diversidad cultural se vió gratamente sorprendida por el descubrimiento de la etnia Mosuo. Muchos compartimos la fascinación por esta cultura matriarcal de reciente divulgación, con sus virtudes y sus problemas. Tal es el fin de su asociación, proveer a dicha sociedad de los bienes materiales y culturales básicos para su autonomía y supervivencia, siempre dejando en manos de las Mosuo la toma de decisiones.
Tiene dificultades para aceptar donaciones desde el exterior de China, debido a la complicada política del país y la vigilancia del gobierno chino sobre las ONGs.

He traducido sus palabras del inglés:

He escuchado todo tipo de opiniones sobre el matrimonio: los que piensan que la monogamia es la norma apropiada, los que piensan que el matrimonio es una herramienta de opresión de la mujer, los que se aterrorizan nada más pensar en la poligamia, quienes ven la poligamia como algo natural,…

Pero todas las sociedades del planeta tienen algún tipo de matrimonio, por el cual se idealiza una unión estable para toda la vida, acompañada de ceremonias para “bendecir” a hombre y mujer, o demás variantes. Sociedades que educan a la infancia desde temprana edad en tales ideales, hasta el punto de confundir el matrimonio con algo connatural al ser humano. Las formas en que se da el matrimonio pueden diferir entre culturas, pero éste aparece en todas ellas.

Se cumple, menos en una cultura excepcional, los Mosuo, una minoría étnica china que vive en la cordillera del Himalaya, cerca del borde con el Tíbet. En 2005 creé una organización no lucrativa para trabajar con los Mosuo, centrándonos en varios aspectos (educación, desarrollo, etc…), pero también promoviendo la concienciación sobre lo único de esta cultura y ayudando a conservar su especificidad.

En la cultura Mosuo no existe el matrimonio, ni ceremonias matrimoniales. No se espera de las parejas que se unan de por vida. A los niños y niñas se les educa sin expectativas de encontrar una pareja ideal, y muy a menudo ni saben quien es su padre (ni les importa).

1 de febrero de 2010

Pensamientos íntimos (II): Resurrección, Vírgenes y otros escepticismos.

Aunque much@s teólog@s no estarán de acuerdo conmigo cuando digo que la mujer recibió la autoridad de manos de Jesús, ni estarán de acuerdo en mi interpretación de la Resurrección, creo que debería insistirse en esa imagen matriarcal del Calvario, y ver quiénes eran realmente fieles a Jesús en el momento de su muerte. La teología matriarcal reclama centrar la atención sobre esa comunidad que experimentó empíricamente, con sus propios ojos, la muerte de Jesús en la cruz, y escuchó sus últimas palabras en vida. Lo que realmente ocurriera tras su muerte ya poco importa, al menos a mí, igual que al cada vez mayor número de cristianos escépticos sobre la auténtica Resurrección del cuerpo tras la muerte, dentro y fuera de la Iglesia.

No hablaré de la inmensa cantidad de sacerdotes católicos que en realidad no creen en la resurrección del cuerpo tras la muerte, aunque digan lo contrario para guardar las apariencias y la reputación. Se ha creído durante siglos que ése era el único pilar sobre el que debía fundamentarse la fe...