1 de febrero de 2010

Pensamientos íntimos (II): Resurrección, Vírgenes y otros escepticismos.

Aunque much@s teólog@s no estarán de acuerdo conmigo cuando digo que la mujer recibió la autoridad de manos de Jesús, ni estarán de acuerdo en mi interpretación de la Resurrección, creo que debería insistirse en esa imagen matriarcal del Calvario, y ver quiénes eran realmente fieles a Jesús en el momento de su muerte. La teología matriarcal reclama centrar la atención sobre esa comunidad que experimentó empíricamente, con sus propios ojos, la muerte de Jesús en la cruz, y escuchó sus últimas palabras en vida. Lo que realmente ocurriera tras su muerte ya poco importa, al menos a mí, igual que al cada vez mayor número de cristianos escépticos sobre la auténtica Resurrección del cuerpo tras la muerte, dentro y fuera de la Iglesia.

No hablaré de la inmensa cantidad de sacerdotes católicos que en realidad no creen en la resurrección del cuerpo tras la muerte, aunque digan lo contrario para guardar las apariencias y la reputación. Se ha creído durante siglos que ése era el único pilar sobre el que debía fundamentarse la fe...

Si es así, si para ser cristiano hay que creer a ciegas en que resucitaremos en cuerpo y alma tras la muerte, yo tiro la toalla, nunca podré ser un cristiano de pura raza y con pedigrí, es algo que no me entra en la cabeza. Algunos cristianos ya no podemos creer en la Resurrección del cuerpo tras la muerte y a la vez defender el sentido común, pero valoramos el mito de la Resurrección como símbolo de "fe en una humanidad nueva". De hecho, la principal labor de Jesús fue realizada durante su vida, y poco añaden sus apariciones esporádicas tras la muerte, a parte de encender positivamente los ánimos y el espíritu de quienes las experimentaron.

Los Evangelios y la tradición oral femenina.
Es de sobra sabido que la lírica universal de tradición oral tiene un fuerte componente femenino. Las mujeres no podían escribir, pero podían cantar o relatar cuentos a sus hijos, incorporando valores e imágenes del universo femenino. Canciones populares creadas por mujeres han sobrevivido durante siglos gracias a esa tradición oral femenina. Las primeras comunidades cristianas tampoco podían ser una excepción.

Es muy posible que la Anunciación y la Virginidad de María sean relatos de origen femenino (y quién sabe si la misma resurrección de Cristo), con un fuerte valor simbólico pero sin fundamento histórico. Las primeras cristianas eran cada vez más arrinconadas de la vida apostólica, pero estos relatos míticos, en forma de cuentos o historias, calaron en la conciencia de sus hijos. Además de establecer correspondencias con el Antiguo Testamento, esconden en su interior un mensaje más poderoso de lo que parece a simple vista. Hoy ya no pueden interpretarse como una negación de la sexualidad o del liderazgo de la mujer (como han asumido los "Padres" de la Iglesia durante siglos) sinó como una afirmación de la mujer independiente.
María es la mujer que no necesita de ningún hombre para tomar la decisión de ser madre.

Ese mensaje feminista y matriarcal del evangelio ha intentado abrirse paso a lo largo de la historia, pero siempre ha sido cercenado por el eficaz proceder militar de la jerarquía eclesiástica.
Los primeros grupos liminales (voces disidentes respecto a la norma social) dentro de la Iglesia fueron las Vírgenes. Eran mujeres que se negaban a unirse a ningún hombre y se consagraban a Cristo. Éstas fueron las primeras personas que se sintieron llamadas a interpelar a la Iglesia adoptando un estilo de vida profético: no querían ser la propiedad de ningún hombre, rechazaban el matrimonio, ellas no eran objetos, preferían negarse a ser madres o a mantener relaciones sexuales, antes que entregar su libertad a ningún hombre. Fueron las primeras voces críticas de la Iglesia, y con su voto estaban denunciando de forma inconsciente que algo ya no funcionaba en la distribución equitativa de poderes entre sexos dentro de las comunidades cristianas.

Dios Padre está en los Cielos... porque no está en la tierra.
Podría parecernos que la imagen de Dios como Padre es discriminatoria, pero sólo lo son las interpretaciones teológicas que se han servido de ese título para perpetuar el poder de los varones.
Precisamente, cuando Jesús habla de su único Padre como el que está en los Cielos, está dejando muy claro que ningún "padre" puede atribuirse los poderes de un dios, como ha ocurrido durante toda la historia del patriarcado. Jesús, el "Hijo de hombre" (poco importa de cuál) desautoriza a los padres biológicos que se apoderan de la dignidad de madre e hijos. Jesús destruye la institución del pater familias -donde el varón era propietario de mujer, hijos y esclavos- cuando reconoce que Dios es su único Padre. Ninguna autoridad masculina terrena tiene potestad sobre Él, sólo su madre. Ni emperadores, ni reyes, ni sacerdotes, ni el sanedrín, ni siquiera su propio padre biológico, el gran ignorado de los Evangelios.
Ello no implica que no amara ni respetara a su padre. Pero nunca confundió 'amor' con sometimiento; Jesús nunca admitió que un hombre o mujer pudiera ser 'propiedad' de otro. Se trata de un mensaje de liberación. Todos los hombres y mujeres, hijos de Dios, deben ser libres.

Las primeras cristianas comprendieron el mensaje de Cristo y vivieron con libertad e independencia. Según Cristo, nadie debía considerarlas un objeto. Ellas creyeron en sus palabras y le sirvieron allí donde iba. Años más tarde, ésta ya era una actitud tan extendida en las mujeres que Timoteo les llamó la atención severamente conminándolas a "someterse a sus maridos" y obedecer en todo al varón.
Más tarde, con los primeros concilios, con Constantino y la oficialización del cristianismo para todo el imperio romano, empezaba oficialmente el "exilio" de las cristianas de la vida teológica.
Con ello, se impidió el verdadero desarrollo de una teología feminista, ...hasta nuestros días.