21 de febrero de 2010

Una verdad incómoda: todos somos mujeres (I).


Resulta paradójico que sean los mismos filósofos del siglo XX quienes hayan diagnosticado la muerte de la filosofía. Es algo muy positivo, para toda la humanidad, el hecho de que la ciencia de todas las ciencias esté agonizando, y lo reconozca públicamente. Los padres del saber filosófico deben estar retorciéndose en sus tumbas. Porque su pensamiento, aparte de resultar una distracción más o menos útil, no ha servido para salvar a la humanidad de la ignorancia y la barbarie.

¿Me alegro de la decadencia de la filosofía? Sí, y mucho. Porque la filosofía ha venido siendo, hasta ahora, únicamente patriarcal (con muy pocas excepciones en el siglo XX) y ello ha provocado su ruina y la de nuestra civilización.

"Darse cuenta de que nuestro conocimiento es ignorancia, es una noble comprensión interna. Considerar nuestra ignorancia como conocimiento es una enfermedad mental. Sólo cuando nos cansamos de nuestra enfermedad, dejamos de estar enfermos." (Tao Te King, 71)

La historia de la filosofía entendida como "amor a la sabiduría" deja mucho que desear. ¿Qué es eso de la sabiduría? ¿Qué sabiduría han aportado los filósofos a la sociedad? Cada pensador ha dado su opinión al respecto, rebatiendo a los pensadores que le precedían. Algunos tildados de visionarios han osado aventurarse en la utopía. Se habrán acercado a ella en mayor o menor medida. Pero no han podido cambiar la realidad tal como desearíamos. La filosofía ha sido, más que un método eficaz para hallar la verdad, una distracción que nos ha alejado de ella.
Quedará más claro si lo explico con una parábola...


La filosofía occidental como distracción: la parábola de los tenistas.

La historia de la filosofía es un partido de tenis, organizado con el único fin de distraer a los ricos.

Los tenistas, todos varones. La recogepelotas, siempre ha sido una chica (lo manda la tradición).

Alguna mujer intentó disfrazarse de hombre para jugar, pero las vendas para disimular los pechos le oprimían los pulmones y era rápidamente eliminada.

Empirismo contra racionalismo, positivismo contra idealismo, platonismo contra aristotelismo, románticos contra ilustrados,... un sinfín de partidos de tenis, patrocinados por varones bienpensantes para distraer a sus señoras. Uno contra otro, espectáculo de la lucha de contrarios sin resolución, en un escenario siempre dualista.

La chica recogepelotas no tiene nunca vacaciones. Hasta que un día, sin saber muy bien por qué, quedó embarazada.

Se terminaron los partidos. ¡Menuda indignación!

Las señoras pijas, con sus maridos, murmuraban contra la joven y el fruto de su vientre. Algunos la animaban a abortar. Otros le decían que pariera (fingiendo interés por la vida de la futura criatura), pero que abandonara al bebé en un horfanato para que pudiera seguir recogiendo las pelotas de los tenistas. Iban a subirle el sueldo por ello, decían...

El show debía continuar, no era posible que una simple joven echara por tierra siglos de tradición deportiva. Además, el público masculino necesitaba un escote exuberante de clase baja al que mirar de vez en cuando.

Pero la chica desapareció. Nunca más se supo. Uno de los tenistas se había enamorado de ella y la ocultó de la ira de los demás. Ese tenista fue escarnecido y repudiado, expulsado del césped, y le llamaron "calzonazos".

La recogepelotas fue sustituida por otra, tras superar un casting exhaustivo y ser obsequiada con cuatro chuches y una foto en la portada de una revista.

Así fue como todo volvió a la normalidad.

Hasta que, pasados miles de años, la descendencia de la recogepelotas reapareció en forma de una multitud de mujeres. Unas eran bellas y esbeltas, otras barbudas y fuertes, pero unidas por la misma determinación: poner fín a ese espectáculo absurdo.

Y convirtieron todos los campos de tenis en huertos ecológicos.


Ésta es mi parábola de la filosofía como distracción trascendental. Su misión de buscar la verdad ha sido, durante siglos, la de distraernos de la Verdad. Porque, a pesar de la infinidad de ideas, sistemas universales, métodos, epistemologías, lógicas, ontologías e hipótesis metafísicas que ha aportado la filosofía, ha obviado claramente una hipótesis, la más obvia, la que incluso un niño podría deducir. Una Verdad que uniría a todas las ciencias, humanas y naturales: la inexistencia de dos sexos, a favor de la existencia de sólo UNO.

Definir lo "natural" ha obsesionado desde siempre a los filósofos. La destilación de las esencias siempre se ha producido en laboratorios masculinos, donde la presencia femenina estaba prohibida, resultando, cómo no, en un producto sobrado de testosterona, siempre calificado con el eufemismo de "racional".
La filosofía empezó postulando sin problemas que el varón era más racional que la mujer. En los últimos cien años empezó a admitirse que, posiblemente, hombres y mujeres somos iguales. Pero, ¿es eso cierto, o siguen distrayéndonos de la Verdad? ¿No será ésa la finalidad de la "industria del entretenimiento" (donde algunos incluso llaman "cultura" a todo espectáculo de masas)?


¿De qué se nos ha distraído?  

De la Verdad más incómoda: la posibilidad de que los varones seamos una variación genética de la mujer: ésta pasaría a ser la medida de todas las cosas, el modelo de humanidad que los filósofos varones buscaron en la razón. Mujer como persona plena, y macho como una hembra dependiente... menuda bofetada al patriarcado.

Es la verdad tabú, no sólo de filósofos, sino también de políticos, economistas, líderes religiosos, incluso artistas. Muchas veces el arte, exaltando la belleza de la mujer, también ha participado de esa distracción trascendental: el artista es un místico potencial. Qué mejor distracción que la belleza femenina para distraernos de nuestra naturaleza femenina.

Admitir que el varón ha sido seleccionado genéticamente para ejercer una función secundaria, auxiliar, servicial, incluso efímera, destruiría todas las estructuras de poder creadas desde el patriarcado.
Lo que pase de ese límite e invite a imaginar levemente lo masculino como auxiliar de lo femenino, es tabú.

Una verdad evitada a toda costa: la humanidad vista como femenina, y lo masculino como una variación biológica respecto a la norma. Los únicos que han osado apuntar en esa dirección han sido los místicos, pero sin llegar a explicitar esa verdad por falta de medios y exceso de prudencia, mucha prudencia. A los místicos atrevidos, como a Jesús, les esperaba un destino trágico. Los místicos siempre han intuído que esa Verdad podía ser pensada, imaginada, de algún modo, porque está en el aire que todos respiramos. Pero no ha sido nunca fácil de expresar públicamente, porque todas las categorías del pensamiento patriarcal la contradicen y falsean, y porque la presión social e inconsciente es demasiado insoportable. El varón que admita tal verdad sabrá que le van a perseguir y acusar de loco. Pero una vez descubierta, es una verdad que ya no se puede negar, porque puede dar sentido a tanta confusión.
Rompamos por un instante los límites de la razón: tod@s somos mujeres, aunque algunas nacemos con una variación genética mínima, que psicológica y estéticamente producen una ilusión, el engaño de que somos diferentes a las demás, un género distinto, al que se nos llama "masculino".
El "andrógino", el único sexo, es posiblemente una verdad intuída por los místicos, insinuada por las religiones mistéricas, intuída por el gnosticismo,... la Verdad tabú que ha ocultado el patriarcado como sistema masculino de dominación: todos tenemos una misma Madre; el dualismo de sexos es una mera ilusión, porque sólo hay Uno; si recordamos haber experimentado el paraíso, es porque éste tuvo lugar en el útero materno, donde no éramos plenamente sexuados.



Se ha evitado siempre imaginar que los "varones" podríamos ser mujeres, con diferencias biológicas, pero iguales en cuanto a nuestra naturaleza originaria, la femenina. Lo masculino no puede realizarse plenamente sin aceptar que en el fondo también es femenino.

Los machos somos mujeres peludas, musculadas, con útero y glándulas mamarias atrofiadas, con un clítoris especial, etc... ¡Lo cuál no significa que los varones seamos "inferiores" ni "superiores", por favor! ¿Por qué siempre tenemos que clasificarlo todo jerárquicamente? Porque la filosofía patriarcal, "racional", nos ha acostumbrado a ello. Ahora nos está acostumbrando a hablar de una nueva "masculinidad": pero no iremos a ninguna parte si intentamos construirla de espaldas a lo femenino, porque precisamente en la mujer es donde residen las respuestas. Desconocer a la mujer es desconocernos a nosotros como hombres. El conócete a ti mismo socrático, aplicado a los varones, implicaría el conocimiento de la mujer, la amistad desinteresada con lo femenino.

Se han emitido verdades filosóficas realmente absurdas a lo largo de la historia, algunas positivas, pero otras desastrosas para la humanidad. La teología oficial, armada con la maquinaria conceptual que la filosofía le proporcionaba, ha caricaturizado a los propios místicos en quienes decía inspirarse. Todos esos místicos dejaban una puerta abierta, consciente o inconscientemente, a esta Verdad, perseguida y reprimida. Los místicos abren el camino a esa alternativa, y la Dicha que les produce les transforma espiritualmente. Por eso se les tacha de visionarios. Jesús era uno de ellos, como Buda y Lao Tse. Hijos de mujeres autónomas e independientes, amados por sus madres, liberados del patriarcado. Algunos ateos resentidos con la religión dicen que se trata de "mitos", seres irreales, pero con ello están haciendo un flaco favor a la humanidad, pues devirtúan el mensaje que esos místicos quisieron realmente comunicar. No me extrañaría que a mí me eliminasen y dijeran que nunca he existido, tal es la gravedad de mis palabras.

"Todo cuanto se encuentra bajo el Cielo tiene un Origen común. Este Origen es la Madre del mundo. Tras conocer a la Madre, podemos empezar a conocer a sus hijos. Tras conocer a los hijos, debemos retornar a preservar la Madre. Quien lo hace correrá peligro, aunque su cuerpo sea aniquilado" (Tao Te King, 52)

Convertir esa Verdad de los místicos en "verdad científica" supondría un giro copernicano para la humanidad. Reconocerla liberaría a la especie humana de sus divisiones internas, y supondría cambios insospechados a nivel político, demográfico, cultural, económico, filosófico y teológico: todo el saber humano debería ser revisado desde esa nueva perspectiva. Un enunciado tan simple como el de "todos somos mujeres", comprensible hasta por un niño, cambiaría el mundo. Curiosamente, es el único enunciado que en dos mil años de historia de la filosofía masculina no ha sido ni tan solo mencionado.

Un pensamiento que ha defendido el egoísmo como norma, rechazará imaginar a priori la verdad que le sea menos útil, tachándola de absurda, dejándola fuera de toda posibilidad de ser.

En cambio, el místico no se aterroriza ante esa verdad, porque sabe que en el universo no existe un orden jerárquico, y todo tiene valor en sí mismo, todo es sagrado. Que el varón sea un apéndice de la mujer (dándole la vuelta al mito del Génesis), o que procedamos de un ser de sexo indeterminado (el andrógino) para el místico no representaría ningún conflicto interno, "porque Dios vió que todo era bueno". Es la solución a muchos de nuestros problemas. Y una vez descubierta esta Verdad, todo encaja, todo tendría fácil solución. Basta que creamos en Ella.

"Conoce lo masculino, manténte en lo femenino y sé el Arroyo del Mundo." (Tao Te King, 28)

"Había Algo indefinido pero completo en sí mismo, nacido antes de Cielo-y-Tierra. Silencioso e ilimitado, único e inmutable, aunque impregnándolo todo sin excepción, puede considerarse como la Madre del mundo." (Tao Te King, 25)
 
Posiblemente en eso consiste la sabiduría. Cuando la ciencia pueda demostrar esa verdad de forma convincente, cuando penetre en las escuelas, en los despachos, en las casas, en las conciencias, la humanidad dará el salto cuántico que necesita. Esta verdad entrará en nuestras vidas y nos transformará.
¿Es posible que mucho mal psicológico proceda de la no aceptación de este enunciado? Es una Verdad que ha sido ignorada, tanto en el plano mítico como en el racional.

"Con que sólo un gobernante pudiera atenerse al Tao, todas las cosas le rendirían homenaje. (...) La paz y el orden reinaría entre los pueblos, sin necesidad de órdenes superiores. Una vez dividida la Simplicidad Primordial, aparecieron los diferentes nombres." (Tao Te King, 32)

Tradicionalmente, el enunciado siempre ha sido: Humanidad = Hombres(XY) + Mujeres(XX)

Así pues, el mito del Génesis, junto a tantos otros mitos patriarcales, ofrece una interpretación falseada de la naturaleza humana. Y no sólo la mitología ha servido de engaño, sino también la filosofía y la ciencia. Hay excepciones, sin embargo, como el mito de la Resurrección, que parece apuntar en la dirección que aquí defiendo.

Este enunciado afecta a todos los campos del saber humano, y transforma nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos, de arriba a abajo. Es seguramente una verdad que puede conducir a la humanidad a su salvación.

El hecho de que los varones no podamos parir no debería entrañar ningún problema. Estar "incompletos" no dice nada acerca de nuestra inferioridad ontológica, categorías filosóficas por las que estamos acostumbrados a juzgar todo lo real. En el amor que siente la madre por su hij@ queda resuelta cualquier "incompletitud"; mediante el amor, pierden sentido las jerarquías y los sistemas sociales: ya no hay señores y esclavos, mejores ni peores, cuando nace la amistad entre ellos. Eso es el Tao, el amor materno.

En una verdad así tenemos una conjunción de la verdad mística y la verdad científica: la Madre equilibrada quiere por igual a niños y a niñas, porque somos todos creados a imagen de Ella. No dejemos que ningún Padre nos diga lo contrario. Todos en algún momento hemos sido uno con lo femenino, uno con nuestra madre.

Por filogénesis el cromosoma Y surge en la evolución con bastante posterioridad al cromosoma X, tratándose de una mutación de dicho cromosoma X (la pérdida de uno de los segmentos de X dio lugar a la forma estructural del cromosoma Y); así por lo general las dimensiones de los cromosomas Y son bastante más reducidas que las de los cromosomas X.
El cromosoma Y forma, junto al cromosoma X, el sistema de determinación del sexo XY.
En los animales con este tipo de diferenciación sexual cromosómica, la sola presencia de pares cromosómicos XX significa la expresión genética que da por resultado un individuo hembra, mientras que la asociación y combinación XY significa la expresión genética que resulta en un individuo macho; de hecho, existe un gen en el cromosoma Y, denominado SRY (del inglés Sex-determining Region Y), que produce una proteína denominada TDF (del inglés, testis-determining factor), o factor determinador de los testículos, que es el responsable de que el embrión desarrolle los testículos y se convierta en masculino; no existe un gen equivalente para la diferenciación de los ovarios, de manera que el embrión será por defecto femenino a no ser que posea el mencionado gen.

Enlace a Todxs somos mujeres (II)