Fundamentalmente es importante reconocer que la tradición espiritual judeocristiana se expresa predominantemente en el código patriarcal. El Dios del Antiguo Testamento es vivido más como el Dios de los Padres, Abrahán, Isaac y Jacob, y menos como el Dios de Sara, de Rebeca y de Miriam. En el Nuevo Testamento Dios es Padre de un Hijo único que se encarnó de una virgen. La Iglesia que se derivó de esta herencia está dirigida exclusivamente por hombres que detentan todos los medios de producción simbólica.
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23 de junio de 2010
Lo femenino en los textos sagrados patriarcales (L.Boff)
15 de marzo de 2010
¿Por qué la Jerarquía eclesiástica me parece enferma?
No pretendo faltarle al respeto a mi hermana Benedicto XVI si digo que, al mirarla, veo una mujer anciana, muy inteligente en ciertos aspectos, pero poco sabia en otros. Su principal defecto: no reconocerse mujer, ni ser capaz de dejar de lado su identidad androcéntrica para asemejarse al Cristo Resucitado andrógino.
8 de marzo de 2010
El andrógino como experiencia intemporal.
Corrientemente se relaciona el Andrógino con el mito explicado por Platón. Pero el tema del andrógino es mucho más que un simple relato para dar razón de las diversas orientaciones sexuales.
La experiencia del andrógino es, como vengo explicando en varios de los últimos posts, la superación de la propia identidad sexual, a nivel profundamente espiritual. No tiene nada que ver con descubrir la propia orientación sexual (homo, hetero o bisexual). Para un varón, tampoco consiste en vestirse de mujer, ni hablar como ellas, ni acomodarse a lo culturalmente asociado con lo femenino. Experimentar el ser andrógino no necesariamente se manifiesta de forma visible, no cambia nuestra forma de hablar ni movernos, ni nuestros gustos, ni forma de vestir. Pero modifica sustancialmente nuestra comprensión de nosotros mismos y nuestra relación con el mundo y los demás.
La experiencia del andrógino es, como vengo explicando en varios de los últimos posts, la superación de la propia identidad sexual, a nivel profundamente espiritual. No tiene nada que ver con descubrir la propia orientación sexual (homo, hetero o bisexual). Para un varón, tampoco consiste en vestirse de mujer, ni hablar como ellas, ni acomodarse a lo culturalmente asociado con lo femenino. Experimentar el ser andrógino no necesariamente se manifiesta de forma visible, no cambia nuestra forma de hablar ni movernos, ni nuestros gustos, ni forma de vestir. Pero modifica sustancialmente nuestra comprensión de nosotros mismos y nuestra relación con el mundo y los demás.
Es una experiencia mística, porque implica el descubrir la unidad en aquello que parecía separado, dividido. Es experimentar la alteridad como propia, hacer nuestro algo que siempre habíamos contemplado desde la valla: el sexo opuesto. En mi caso, lo femenino. Por tanto, es reconocerse también mujer.
1 de febrero de 2010
Pensamientos íntimos (II): Resurrección, Vírgenes y otros escepticismos.
Aunque much@s teólog@s no estarán de acuerdo conmigo cuando digo que la mujer recibió la autoridad de manos de Jesús, ni estarán de acuerdo en mi interpretación de la Resurrección, creo que debería insistirse en esa imagen matriarcal del Calvario, y ver quiénes eran realmente fieles a Jesús en el momento de su muerte. La teología matriarcal reclama centrar la atención sobre esa comunidad que experimentó empíricamente, con sus propios ojos, la muerte de Jesús en la cruz, y escuchó sus últimas palabras en vida. Lo que realmente ocurriera tras su muerte ya poco importa, al menos a mí, igual que al cada vez mayor número de cristianos escépticos sobre la auténtica Resurrección del cuerpo tras la muerte, dentro y fuera de la Iglesia.
No hablaré de la inmensa cantidad de sacerdotes católicos que en realidad no creen en la resurrección del cuerpo tras la muerte, aunque digan lo contrario para guardar las apariencias y la reputación. Se ha creído durante siglos que ése era el único pilar sobre el que debía fundamentarse la fe...
No hablaré de la inmensa cantidad de sacerdotes católicos que en realidad no creen en la resurrección del cuerpo tras la muerte, aunque digan lo contrario para guardar las apariencias y la reputación. Se ha creído durante siglos que ése era el único pilar sobre el que debía fundamentarse la fe...
25 de octubre de 2009
Éowyn, el mito de una mujer fuerte.
"No soy ningún hombre viviente. Lo que tus ojos ven es una mujer". Así le responde la valiente guerrera Éowin al Rey Brujo, el mayor de los Espectros, cuando éste le advierte de que ningún hombre mortal puede detenerle.
Cerca de ella, Merry, un hobbit, raza de gente pequeña y pacífica "...sintió piedad, y asombro; y de improviso, el coraje de los de su raza, lento en encenderse, volvió a mostrarse en él. Apretó los puños. Tan hermosa, tan desesperada, Éowyn no podía morir. En todo caso, no iba a morir a solas, sin ayuda.(...) Tampoco ahora se inmutó Éowyn: doncella de Rohan, descendiente de reyes, flexible como un junco pero templada como el acero, hermosa pero terrible. Descargó un golpe rápido, hábil y mortal." (J.R.R.Tolkien, El Señor de los Anillos)
Ella es la única capaz de vencer, junto al pequeño Merry, al señor del terror, el rey oscuro. Tolkien pone en manos de una mujer y unos pequeños hombrecillos de paz el destino de la Tierra Media. Somos muchos los que ya de jóvenes nos inspiramos en las aventuras de "El Señor de los Anillos".
Aquí reside la fuerza de esta obra, pues este tipo de mitos elevan el espíritu de los que buscamos un mundo más justo. Tolkien reconoció la fuerza de los mitos, y creó uno nuevo capaz de inspirar a las recientes generaciones.
El fragmento de la película donde Éowyn vence al Rey Brujo es, para mí, el momento cumbre de toda la trilogía.
Otro momento en que una mujer, la princesa elfa Arwen, vence a los nueve espectros con la ayuda de las fuerzas de la naturaleza.
Cerca de ella, Merry, un hobbit, raza de gente pequeña y pacífica "...sintió piedad, y asombro; y de improviso, el coraje de los de su raza, lento en encenderse, volvió a mostrarse en él. Apretó los puños. Tan hermosa, tan desesperada, Éowyn no podía morir. En todo caso, no iba a morir a solas, sin ayuda.(...) Tampoco ahora se inmutó Éowyn: doncella de Rohan, descendiente de reyes, flexible como un junco pero templada como el acero, hermosa pero terrible. Descargó un golpe rápido, hábil y mortal." (J.R.R.Tolkien, El Señor de los Anillos)
Ella es la única capaz de vencer, junto al pequeño Merry, al señor del terror, el rey oscuro. Tolkien pone en manos de una mujer y unos pequeños hombrecillos de paz el destino de la Tierra Media. Somos muchos los que ya de jóvenes nos inspiramos en las aventuras de "El Señor de los Anillos".
Aquí reside la fuerza de esta obra, pues este tipo de mitos elevan el espíritu de los que buscamos un mundo más justo. Tolkien reconoció la fuerza de los mitos, y creó uno nuevo capaz de inspirar a las recientes generaciones.
El fragmento de la película donde Éowyn vence al Rey Brujo es, para mí, el momento cumbre de toda la trilogía.
Otro momento en que una mujer, la princesa elfa Arwen, vence a los nueve espectros con la ayuda de las fuerzas de la naturaleza.
21 de octubre de 2009
Ana profetiza: los mitos de la infancia de Jesús y Juan el Bautista.
Los mitos sobre la infancia de Jesús no se corresponden con ningún hecho histórico, y tratan de buscar similitudes con escenas del Antiguo Testamento. Esos mitos no reflejan hechos, sinó valores, adoptando paralelismos con antiguas profecías para darles más credibilidad. Tampoco son historias lineales, sino fragmentos recogidos de la tradición oral que se gestó durante los primeros cien años de la historia del cristianismo.
Si leemos los dos primeros capítulos del evangelio de Lucas, veremos que forman en sí mismos un texto autónomo del resto, y terminan con un reconocimiento a la profetisa Ana. ¿Fue ella quién aportó el material para esos capítulos?
Los serios académicos más 'racionalistas' han ridiculizado tales pasajes por tratarse de fantasías demasiado femeninas y pueriles.
Lutero, gran teólogo machista, decidió que esos mitos eran demasiado infantiles para tenerlos en consideración.
El lenguaje literario no siempre nos habla directamente. Ver más allá de lo literal y de lo que otros han enseñado sobre un texto es una labor necesaria para llegar al contenido más profundo. La hermenéutica, o arte de la interpretación, es la búsqueda de nuevos sentidos en función de nuestra perspectiva particular.
Si leemos los dos primeros capítulos del evangelio de Lucas, veremos que forman en sí mismos un texto autónomo del resto, y terminan con un reconocimiento a la profetisa Ana. ¿Fue ella quién aportó el material para esos capítulos?
Los serios académicos más 'racionalistas' han ridiculizado tales pasajes por tratarse de fantasías demasiado femeninas y pueriles.
Lutero, gran teólogo machista, decidió que esos mitos eran demasiado infantiles para tenerlos en consideración.
El lenguaje literario no siempre nos habla directamente. Ver más allá de lo literal y de lo que otros han enseñado sobre un texto es una labor necesaria para llegar al contenido más profundo. La hermenéutica, o arte de la interpretación, es la búsqueda de nuevos sentidos en función de nuestra perspectiva particular.
5 de octubre de 2009
El mito femenino de la Resurrección de Cristo
La Resurrección de Cristo: otro mito antipatriarcal manipulado.
Curiosamente, los manuales de mitología no recogen entre sus relatos el de la Resurrección de Cristo, como si de un relato mitológico no se tratara. Nadie niega que el Prometeo sea un mito, pero ¿el relato de la resurrección? La Biblia mezcla historia con mitología, fantasía con realidad, por eso es un documento problemático.
La filología ya se ha ocupado de cuestiones similares a lo largo de la historia. Muchas tradiciones orales son una expresión de la "cultura silenciada", mayoritariamente femenina (ejemplos de ello en la cultura hispana son las jarchas, los villancicos, las cantigas de amigo, etc.). Nunca olvidemos que los relatos de la Biblia son, ante todo, literatura basada en la tradición oral. Desde la muerte de Jesús hasta la redacción de los evangelios transcurren entre 35 y 70 años aproximadamente, tiempo suficiente para que la información histórica y la fantasía se mezclen, más aún en una época donde los sueños eran entendidos a modo de revelaciones divinas, plasmándose todo ello en los textos llamados "evangelios".
Mi opinión al respecto es que la Resurrección es uno de los mitos peor explicados y más manipulados de la historia, precisamente por aquellos que dicen creer en ella y la han impuesto dogmáticamente como un hecho histórico. Han ignorado por completo el cómo se explica que resucita Jesús: como andrógino. Si profundizamos en su mensaje veremos cómo esconde algo sorprendente, unos ideales que difieren del sentido que ha tomado a través de los siglos: es, con toda seguridad, un mito creado por mujeres. ¿Con qué finalidad?
La razón científica nos impide creer en la resurrección como un hecho histórico. No ocurre lo mismo con la razón poética: la humanidad ha logrado grandes proezas gracias a la pasión que le ha infundido ciertos mitos e ideales. Tener fe en la resurrección es creer en la metáfora que ese relato nos transmite, el que gracias al amor, la vida siempre termina ganando terreno a la muerte; y el destino de lo masculino y lo femenino es renacer unidos, porque en realidad son uno. Si creemos en este ideal, hemos comprendido la "resurrección".
Si, como ejemplifica el mito, es tras la muerte que se revela la auténtica naturaleza humana, ésta es andrógina.
Los mitos cristianos (resurrección, virginidad, ascensión,...) pueden y deben comprenderse desde lo irracional, lo poético, lo analógico. Se pueden entender como un relato, pero un relato que ha transformado la historia. Con ello no ponemos en peligro el cristianismo, sino que lo liberamos de todas las interpretaciones fundamentalistas incapaces de reinterpretar la tradición a la luz del presente. Precisamente las iglesias, cuando exigen una fe ciega en la historicidad de esos mitos, están aniquilando su potencial transformador.Curiosamente, los manuales de mitología no recogen entre sus relatos el de la Resurrección de Cristo, como si de un relato mitológico no se tratara. Nadie niega que el Prometeo sea un mito, pero ¿el relato de la resurrección? La Biblia mezcla historia con mitología, fantasía con realidad, por eso es un documento problemático.
La filología ya se ha ocupado de cuestiones similares a lo largo de la historia. Muchas tradiciones orales son una expresión de la "cultura silenciada", mayoritariamente femenina (ejemplos de ello en la cultura hispana son las jarchas, los villancicos, las cantigas de amigo, etc.). Nunca olvidemos que los relatos de la Biblia son, ante todo, literatura basada en la tradición oral. Desde la muerte de Jesús hasta la redacción de los evangelios transcurren entre 35 y 70 años aproximadamente, tiempo suficiente para que la información histórica y la fantasía se mezclen, más aún en una época donde los sueños eran entendidos a modo de revelaciones divinas, plasmándose todo ello en los textos llamados "evangelios".
Mi opinión al respecto es que la Resurrección es uno de los mitos peor explicados y más manipulados de la historia, precisamente por aquellos que dicen creer en ella y la han impuesto dogmáticamente como un hecho histórico. Han ignorado por completo el cómo se explica que resucita Jesús: como andrógino. Si profundizamos en su mensaje veremos cómo esconde algo sorprendente, unos ideales que difieren del sentido que ha tomado a través de los siglos: es, con toda seguridad, un mito creado por mujeres. ¿Con qué finalidad?
La razón científica nos impide creer en la resurrección como un hecho histórico. No ocurre lo mismo con la razón poética: la humanidad ha logrado grandes proezas gracias a la pasión que le ha infundido ciertos mitos e ideales. Tener fe en la resurrección es creer en la metáfora que ese relato nos transmite, el que gracias al amor, la vida siempre termina ganando terreno a la muerte; y el destino de lo masculino y lo femenino es renacer unidos, porque en realidad son uno. Si creemos en este ideal, hemos comprendido la "resurrección".
Si, como ejemplifica el mito, es tras la muerte que se revela la auténtica naturaleza humana, ésta es andrógina.
Mi fe en ese mito es la fe en una humanidad distinta, y remite a un grupo de mujeres reales que deseaban liberar la humanidd de toda opresión física y psicológica.
No creo en la Resurrección como un hecho histórico, sino como un mito que nos habla del renacimiento personal. Tampoco creo que tenga lugar tras la muerte física, sino que apunta a un renacimiento espiritual en vida, aquí y ahora (Jn 11, 24-26). "Creer en la Resurrección" es dar prioridad a este mito frente a todo el resto; es creer que podemos recrearnos, renovarnos libremente, si hacemos que muera nuestro egoísmo.
24 de septiembre de 2009
El mito de Don Juan
"En la literatura española existe una figura que es en realidad un mito, uno de los mitos españoles. Don Juan. Podría ser un mito freudiano a primera vista; es la pura masculinidad, energía sexual siempre en ejercicio. Es también nihilista. No tiene antepasados ni hijos. No respeta las leyes, no se sobrecoge ante los muertos; es el provocador universal. (...) no tiene ni siquiera madre. (...) Pero don Juan está dentro del orbe de la caridad y al fin se salva, no por amar, sino por ser amado. El amor en el mundo cristiano tiene la virtud de redimir (...). Quien vence a don Juan es una doncella nada sabia, imagen de la pureza. (...) El hombre en su pura dispersión sexual vive el instante como don Juan; gana cada uno de los momentos, pero si la pureza no viene en su auxilio, perderá toda la vida."
(María Zambrano, Hacia un saber sobre el alma)
Hermosas palabras, lástima que algunos hombres no quieran ser redimidos. Pero comparto que si un hombre no puede contemplar a una mujer sin verla como una posibilidad de placer, está perdido.
(María Zambrano, Hacia un saber sobre el alma)
Hermosas palabras, lástima que algunos hombres no quieran ser redimidos. Pero comparto que si un hombre no puede contemplar a una mujer sin verla como una posibilidad de placer, está perdido.
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