15 de marzo de 2010

Jesús también era matrístico.

Fuente: entrevista a Humberto Maturana, biólogo (link).

Jesús es un intento, no explícito, de volver a la confianza en el mundo natural, matrístico. Jesús tiene muchos rasgos matrísticos en su relato. Jesús en verdad, yo diría, es prácticamente un intento de recuperar las dimensiones matrísticas.

Él habla, por ejemplo, del Reino de Dios. Todo su discurso sobre el Reino de Dios es un discurso ecológico, no con nuestro lenguaje actual, pero habla de las coherencias, del mundo natural, donde los pájaros no tienen que trabajar, las flores se visten naturalmente de bellos colores, y cómo uno tiene que tener confianza en el Reino de Dios, por la armonía del Reino de Dios.
Ése es un discurso que tiene que ver con una visión matrística del mundo natural. Jesús hace una cosa muy interesante. Dejemos de lado por un momento nuestras creencias sobre la divinidad y pensémoslo como un maestro espiritual. Él como maestro espiritual, de alguna manera, pertenece a una corriente mucho más antigua que Él, que ve el sufrimiento humano centrado esencialmente en el apego.

En ese sentido, su visión básica es parecida a la visión budista y a la visión de las muchas religiones orientales antiguas. Su prédica es precisamente eso, la búsqueda del desapego, pero su práctica para el desapego es el amor. En el budismo, la práctica para el desapego es la meditación.

El judaísmo del Antiguo Testamento es un ejemplo gráfico de una cultura patriarcal, que tiene también de elementos matrísticos que están siendo continuamente dominados, sometidos por lo patriarcal a través de la ley, de la norma. El conflicto de Jesús es con la ley judaica, con lo externo, con la norma que destruye lo espiritual. Entonces, él era judío, él retoma también de sus tradiciones elementos que tienen que ver con el amor, pero lo que él hace es plasmar al amor como la práctica fundamental de liberación espiritual, de salvación del ser humano al liberarlo del apego.

Se podría decir que en este Cristo del que estamos hablando hay elementos matrísticos, revolucionarios por decirlo así, que atentan contra la cultura patriarcal fijada sobre todo en la ley, en lo externo, en la dominación, en la violencia, etc. Pero que, sin embargo, el cristianismo como religión se habría transformado o habría modificado su mensaje inicial tomando características propias de la cultura patriarcal.

Humberto Maturana