17 de mayo de 2011

Erich Fromm, reflexiones en torno al matriarcado.


Citas tomadas de El arte de amar:

El amor de la madre es incondicional, y también es omniprotector y envolvente; como es incondicional, tampoco puede controlarse o adquirirse. Su presencia da a la persona amada una sensación de dicha; su ausencia produce un sentimiento de abandono y profunda desesperación. Puesto que la madre ama a sus hijos porque son sus hijos, y no porque sean «buenos», obedientes, o cumplan sus deseos y órdenes, el amor materno se basa en la igualdad. Todos los hombres son iguales, porque son todos hijos de una madre, porque todos son hijos de la Madre Tierra.

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Hablemos en primer término del paso desde las religiones matriarcales a las patriarcales. De acuerdo con los notables y decisivos descubrimientos de Bachofen y Morgan a mediados del siglo XIX, y a pesar de que la mayoría de los círculos académicos rechazó esos hallazgos, no parecen existir dudas acerca de la existencia de una fase matriarcal de la religión, anterior a la patriarcal, por lo menos en muchas culturas. En la fase matriarcal, el ser superior es la madre. Es la diosa, y así mismo la autoridad en la familia y la sociedad. Para comprender la esencia de la religión matriarcal basta recordar lo dicho sobre la esencia del amor materno.

Citas tomadas de La crisis del Psicoanálisis:

...la "bendita" sociedad matriarcal de Bachofen contiene muchos rasgos que revelan una estrecha relación con los ideales del socialismo. Por ejemplo, la preocupación por el bienestar material y la felicidad terrenal del hombre es presentada como una de las ideas centrales de la sociedad matriarcal. (...) Según él la ve, la sociedad matriarcal era una democracia primitiva en la cual la sexualidad se encontraba libre del menosprecio cristiano, en que el amor y la compasión maternos eran los principios morales dominantes, en que el daño a un semejante es el pecado más grave y en que aún no existe la propiedad privada. Como señala Kelles-Krauz, caracteriza la sociedad matriarcal aludiendo a la antigua leyenda del suntuoso árbol frutal y la fuente milagrosa: ambos se secaron cuando los hombres los convirtieron en propiedad privada.

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Es evidente que existe una profunda contradicción entre el Bachofen que admira la democracia ginecocrática y el aristocrático Bachofen de Basilea, que se opuso a la emancipación política de la mujer (...). El hecho de que Bachofen haya encarnado tales contradicciones y apenas tratara de ocultarlas se debe en esencia a las condiciones psicológicas y económicas de su existencia personal. La amplitud de su esfera humana e intelectual es considerable, pero su predilección por el matriarcado nacía, en apariencia, de su intensa fijación en su propia madre: no se casó hasta los cuarenta años, después de la muerte de ésta. Más aún, su herencia de diez millones de dólares le permitió mantenerse ajeno a ciertos ideales burgueses, y ese alejamiento era una necesidad para cualquier admirador del matriarcado. Por otra parte, este patricio de Basilea estaba tan profundamente arraigado en su tradición patriarcal, que no pudo dejar de mantenerse fiel a los ideales protestantes-burgueses tradicionales.

(...)

El principio del matriarcado es el de la universalidad, en tanto que el sistema patriarcal es el de las restricciones. La idea de la hermandad universal del hombre tiene su raíz en el principio de la maternidad, pero desaparece con el desarrollo de la sociedad patriarcal. El matriarcado es la base del principio de libertad e igualdad universales, de paz y tierna humanidad. Es asimismo la base para la preocupación, sobre la base de principios, por el bienestar material y la dicha terrenal.

El estudio de las culturas matricéntricas es importante para las ciencias sociales porque lleva a la luz estructuras psíquicas completamente distintas a las observadas en nuestra sociedad; al mismo tiempo, arroja una luz nueva sobre el principio "patricéntrico". El complejo patricéntrico es una estructura psíquica en que la relación de uno con el padre (o sus equivalentes psicológicos) es la relación central... (p.154)