15 de octubre de 2010

¿Qué es el instinto maternal?

Este artículo demuestra que las madres libres pueden formular una crítica de la razón patriarcal, plantear alternativas valientes, pueden romper las barreras del silencio que las aprisionaba y demostrarle al mundo que tienen altura política. Al menos, yo les reconozco esa autoridad. Porque una sociedad que mercantiliza la maternidad y le da la espalda está cavando su propia tumba.

Agradezco a Ileana que me permita copiarlo aquí. Las negritas son mías.


¿Qué es el instinto maternal?
Por Ileana Medina Hernández, de su blog Tenemos Tetas.

Se han vertido muchos ríos de tinta sobre el famoso "instinto maternal".

¿Qué es? ¿En qué consiste? ¿Realmente existe? ¿Lo sentimos todas las mujeres? ¿Deberíamos sentirlo? ¿Nos obliga a determinados comportamientos? ¿Es biólogico o cultural, es innato o aprendido? ¿Podría ser igual al "instinto paternal"? ¿Es un argumento inventado para justificar la dominación sobre las mujeres?... Son temas que darían para un libro o varios. Intentaré organizar en este artículo lo que pienso al respecto, hasta donde puede dar un artículo de blog.

1.- Algo de etología

Los psicólogos del siglo XX, en su esfuerzo por darle a la psicología la categoría de ciencia (demostrable experimentalmente) repudiaron el concepto de instinto. En su lugar, y asumiendo la categoría central de CONDUCTA (observable y medible empíricamente), lo cambiaron por el de "conductas innatas". Sea cual sea el origen del "instinto" es evidente que se plasma a través de una DETERMINADA CONDUCTA.

Luego estaría el problema de si pueden existir conductas innatas. O sea, conductas estrictamente biológicas que no dependen del APRENDIZAJE. Son pocas, pero algunas existen. Para nombrar a este tipo de conductas, los etólogos y psicobiólogos utilizan el concepto de PAUTAS DE ACCIÓN FIJA, para describir a esas conductas estereotipadas y de cierta complejidad que suelen ser exhibidas por todos los miembros de una misma especie, independientes de la experiencia, y que suelen satisfacer alguna necesidad, impulso o motivación.

O sea, por "instintos" podríamos definir, a bote pronto, a todas aquellas CONDUCTAS TÍPICAS DE UNA ESPECIE.

En el caso de las especies que pertenecen a la clase MAMMALIA, una de esas pautas de acción fija sería la LACTANCIA.

Mammalia se define así: una clase de vertebrados amniotas homeotermos (de "sangre caliente"), con pelo y glándulas mamarias productoras de leche con la que alimentan a las crías. La mayoría son vivíparos (con la notable excepción de los monotremas: ornitorrinco y equidnas).

Que los seres humanos pertenecemos a la clase Mammalia, y por tanto tenemos glándulas mamarias productoras de leche con las que alimentar a nuestras crías, parece una de esas proposiciones lógicas elementales que se estudian en la primera clase de Filosofía de la ESO.

"Desde el nacimiento, todos los mamíferos presentan una 'secuencia comportamental definida' (Ronseblatt, 1994) que lleva al arranque y al comportamiendo del mantenimiento de la lactancia. Existen diferencias en esta secuencia, cada especie tiene la suya propia. Un descubrimiento fundamental y sorprendente ha sido constatar que lo determinante es el comportamiento de la cría recién nacida, que es su actividad la que induce una respuesta cuidadora de su madre." (Bergman, Nils: "El cuidado madre canguro", 2005.)

Ahora bien, cuando los nichos ecológicos son alterados, muchas de las pautas de acción fija de las especies suelen resultar perturbadas. Entre ellas y principalmente, las de la reproducción y el cuidado de las crías. Eso lo saben todos los biólogos, botánicos y veterinarios de medio pelo.

Si las hembras de la especie humana perdemos la capacidad de embarazarnos, parir y amamantar, ha de ser porque importantes perturbaciones se han introducido en nuestro entorno, que atentan contra la propia estrategia de la especie para mantenerse.

2. -La conducta, los sentimientos y el deseo

El problema que le veo al concepto de conducta para comprender el "ser madre" es que ha sido protagonista del conductismo, tantas veces mal entendido y utilizado como método de adiestramiento.

Con frecuencia, el concepto de conducta se ha utilizado al margen de lo que debe haber detrás de la conducta: el impulso, la motivación, la emoción o el deseo (y no el adiestramiento pavloviano).

Creo en todo caso, que la "conducta maternal" sólo puede PROVENIR DEL DESEO, como bien explica Casilda Rodrigáñez en sus obras. Para Casilda, el instinto maternal no es más que una inmensa producción de DESEOS, de deseos de permanecer en contacto permanente con la criatura.

Si por algo se caracteriza el "ser maternal" en el imaginario colectivo es precisamente por ser sentimiento, amor, emoción, pureza... Un matiz "platónico" que quizás nos ha hecho mucho daño, porque nos ha desviado de lo único que lo hace tangible, sobre todo para un bebé humano: el contacto físico. Lo hemos separado del DESEO y de la corporalidad.

Al tirar mano del concepto de conducta, pretendo enfatizar que no basta con que ese sentimiento, amor, emoción y deseo exista y esté dentro de nuestra cabeza y de nuestros corazones: debe además materializarse, concretarse, en unas CONDUCTAS Y SIGNOS CONCRETOS, que le permita al bebé satisfacer sus necesidades vitales: no sólo de alimento, higiene, calor, cobijo.. sino también sus NECESIDADES AFECTIVAS Y EMOCIONALES, de contacto y compañía, de amor y SEGURIDAD.

Esa conducta tampoco basta con que sea ejercida por "deber". De ahí que sea imposible imponer a ninguna madre que amamante, si no es su DESEO. El concepto de "deseo maternal" de Casilda Rodrigáñez es pues fundamental, para entender el puente colgante que oscila entre el SENTIMIENTO y la CONDUCTA MATERNAL tangible.

3.- La maternidad como destino

El control de la natalidad me parece una necesaria opción y derecho, no sólo para las mujeres, sino para la sociedad en su conjunto. También para los mismos bebés y niños, que pueden ser mejor atendidos cuando no son demasiados.

El problema es cuando deja de ser una opción, y las sociedades dejan de reproducirse, creciendo en su lugar la infertilidad, las cesáreas y la lactancia artificial, EN CONTRA DE NUESTRA VOLUNTAD Y DESEO. Ahí, hemos perdido la conciencia y el control sobre los procesos, y estamos siendo víctimas de elementos perturbadores que podemos y debemos cambiar.

Que el "ser mujer" debe separarse de la maternidad es una reivindicación del feminismo clásico que comparto plenamente.

Ninguna mujer ha de ser menos por no ser madre biológica, ni debe ni tiene por qué estar abocada a ello. Pero cabe preguntarse qué pasaría si todas las mujeres decidiéramos voluntariamente no ser madres, o pospusiéramos tanto la maternidad ante otras prioridades que luego cuando queremos ya no podemos, algo a lo que nos invita el sistema unidimensional capitalista de la producción/consumo.

Visto desde el punto de vista individual de cada mujer, la maternidad no es el destino. Pero visto desde el punto de vista de la especie, evidentemente, sí tiene que serlo, o nos extinguimos.

Esta concepción feminista es válida para no discriminar a ninguna mujer. También para no atarnos a la única función de ser madres. Pero evidentemente o la sociedad encuentra la manera de hacer compatibles la maternidad con la producción, o perecemos todos. No podemos dejar de reproducirnos.

4.- ¿Pero qué es la maternidad?

En los años 70 y 80 del siglo pasado se puso de moda entre filósofos y sociólogos el concepto de "construcción social de la realidad", que yo abracé también con fruición, pues permite darnos cuenta de que muchísimas de las cosas que damos por "reales", objetivas, verdaderas o naturales no son más que visiones subjetivas, construcciones culturales más o menos duraderas.

Las feministas de la igualdad se abrazan al concepto de "construcción social de la maternidad" para defender que no hay una única forma de ser madre, y por supuesto que no la hay. Somos madres o padres como mismo somos personas, cada uno único e irrepetible.

Pero evidentemente, la maternidad tiene que ser algo, tiene que haber un concepto más o menos consensuable, histórico y contextual, pero posible.

Si a pesar de todos los obstáculos que la sociedad moderna pone y que nos autoponemos las mujeres actuales para la maternidad, al final nos decidimos a embarazarnos: ¿ello llevaría aparejado alguna forma de conducta particular en tanto madres? ¿Qué es ser madre?

Mucho se ha escrito también sobre esto (tengo sobre mi mesilla de noche el conocido libro Ser Madre, de R. Schaffer, bastante desfasado ya, pero que es un ejemplo de todo lo que la psicología ha intentado definir este fenómeno).

Una respuesta posible y bastante abarcadora a esta pregunta puede ser: madre es quien ofrece al bebé/niño los cuidados necesarios para que pueda crecer como una persona sana y feliz. Estaremos de acuerdo en que no sólo serían los cuidados necesarios para sobrevivir (para no morir).

Aquí surgen a su vez todas las otras grandes preguntas: ¿Y cuáles son esos "cuidados necesarios"? ¿Qué es estar "sano"? ¿Qué es ser "feliz"? De modo que estamos hablando de preguntas cada una de ellas tan genéricas y gigantes, que no es posible darles respuesta. Respuestas además que van cambiando con el tiempo. El listón de lo "saludable" ha subido mucho en las últimas décadas, incluyendo también la salud psicólogica, como no podría ser de otro modo.

A partir de este concepto, madre puede ser un hombre, una madre adoptiva o cualquier persona que ofrezca los cuidados que una cría necesita y que sirvan para optimizar su salud y su bienestar (aunque no nos pongamos exactamente de acuerdo en qué es el bienestar).

¿Y qué sería entonces un padre? ¿En qué consiste la "paternidad"? Pues debería ser básicamente lo mismo: la maternidad y la paternidad se tendrían que definir en función de una conducta, unas acciones concretas dirigidas a un fin. Una CONDUCTA DE CUIDADO dirigida hacia el BIENESTAR DEL NIÑO.

A lo largo de los siglos, y como demuestra muy bien el historiador Lloyd deMause, durante siglos y milenios de sociedad patriarcal, ni la maternidad ni la paternidad han cumplido exactamente esta función.

Los niños han sido, hasta hace muy poco, comúnmente asesinados, abandonados, vendidos, regalados, torturados, castigados, humillados, maniatados, abusados sexualmente, utilizados como sirvientes y esclavos, explotados laboralmente... por sus propios padres y familiares. Esa es la genealogía de desamor que todos llevamos a nuestras espaldas.

Todas esas prácticas hoy en día las consideramos inaceptables moralmente, legalmente delictivas y emocionalmente repugnantes.

Luego entonces sí existen unas CONDUCTAS DESEABLES y esperables de las madres y padres sobre sus criaturas. Falta que nos pongamos de acuerdo en cuáles exactamente serían, en el consenso social actual.

5.- ¿Cuáles podrían ser esas conductas maternales deseables a la luz de los conocimientos actuales?

Si estamos de acuerdo en que el sentido de la maternidad y la paternidad es el bienestar del niño, luego entonces la "construcción social de la maternidad" no puede entenderse si no pensamos en los DERECHOS DE LOS BEBÉS Y LOS NIÑOS.

La función social de la crianza ha de ser dotar a la sociedad de los mejores seres humanos posibles, seres humanos sanos, felices, empáticos, solidarios, creativos, éticos.

¿Cómo? La ciencia, la neurobiología, los multitudinarios estudios sobre el "período primal" que ha reunido Michel Odent, apuntan hoy hacia la importancia básica del embarazo (periodo prenatal), el parto, la lactancia materna y el contacto físico durante los primeros meses y años de vida, para la salud emocional y física del individuo. También lo dicen la ética y el sentido común.

Por tanto, aunque tanto una madre como un padre, ambos, procuran cuidados a las crías, hay una sutil pero no baladí diferencia entre el "ser maternal" y el "ser paternal".

Una madre no es lo mismo que un padre por una sencilla razón: TODOS LOS SERES HUMANOS se forman en un útero, son paridos o arrancados de los vientres de sus madres, y son amamantados o no. Y las condiciones en que ocurren estos procesos tienen repercusión sobre su salud física y psíquica y sobre su capacidad emocional y amatoria del futuro.

El útero, la vagina y los pechos los tenemos sólo las mujeres. El resto de los cuidados pueden ser INTERCAMBIABLES con el padre, o con otras personas, abuelos, familiares, instituciones sociales. Pero el bienestar intrauterino, el nacimiento respetado y la lactancia sólo podemos ofrecerlo las madres, CON EL APOYO IMPRESCINDIBLE DE TODA LA SOCIEDAD.

Por tanto, las mujeres tenemos un PODER y una exclusividad: el poder de ser el primer entorno donde se forman las criaturas. Que ese primer entorno y esas primeras vivencias sean las más saludables posibles, debería ser una prioridad para nosotras, para los hombres y para la humanidad en su conjunto.

A nivel individual cada una hace lo que puede. Pero a nivel social, las políticas deberían ir dirigidas a beneficiar esos procesos y no a perturbarlos.

6.- La conducta y el deseo maternales secuestrados

Entonces, ¿cómo podemos hacer compatible esta realidad con las prácticas maternales y paternales comunes? ¿Qué problema tenemos como sociedad para ofrecerles a los bebés el mejor período prenatal posible, el mejor nacimiento posible, la mejor alimentación posible?

En realidad, lo que sucede es que la práctica -y por tanto el concepto- de la maternidad (y de la paternidad) ESTÁN SUPEDITADAS al mercado productivo-laboral. Primero somos trabajadores-esclavos-productivos-consumidores, y luego todos los demás.

Es el sistema laboral el que nos tiene que dar "permiso" para quedarnos embarazadas, para permanecer junto a nuestros hijos, para amamantarlos o no, para acompañarlos si se enferman... Es el sistema productivo-laboral el que elige por nosotros escolarizarlos desde los 4 meses de nacidos (o desde los 45 días en muchos países), el que nos obliga a dejarlos 12 horas en una guardería, el que nos obliga a llevarlos a "extraescolares" y ludotecas todas las tardes...

Es el sistema sanitario (también un sistema productivo-laboral para sus trabajadores) el que nos pone a parir en posición horizontal a la vista y comodidad de los médicos, el que nos programa una cesárea para cobrar más y para que el parto no caiga domingo, el que se lleva a los recién nacidos a un nido o cunero para someterlos a unas prácticas de un modo rutinario y estandarizado (semejante al de las fábricas).

Es el sistema productivo-consumista el que nos vende leche de fórmula, biberones, calienta-biberones, porta-biberones, esteriliza-biberones, guarda-biberones, chupetes, guarda-chupetes, esteriliza-chupetes, cochecitos de mil euros, cunas, minicunas y recontraminicunas, hamaquitas, mecedoras, vibradores y mil engendros innecesarios, sucédaneos del cuerpo maternal.

La maternidad "construida socialmente" que conocemos es UNA MATERNIDAD ESTANDARIZADA, HOMOGENEIZADA E INDUSTRIALIZADA, construida a la medida del sistema productivo/consumista.

No es una maternidad libre, nada más lejos. Podríamos decir y decimos, con Casilda Rodrigañez, que como consecuencia de esa maternidad sometida, estandarizada, robotizada, frígida y violada en sus principios más elementales, todos los individuos terminamos siendo igualmente estandarizados, robotizados, frígidos y sometidos.

Así, las conductas "desmadrizadoras" son un aliado -y muy potente- de ese sistema capitalista inhumano, cuya base es el dominio patriarcal. En realidad, es su gran victoria. Es la garantía de su reproducción.

Para que la maternidad sea realmente libre hay que salvarla, resguardarla del sistema de producción en serie.

Y para que ello sea posible, sin perjudicar el acceso de la mujer al trabajo exterior, sin que sea causa de exclusión social ni de dominio sobre las mujeres, LO QUE HAY QUE CAMBIAR ES EL MODELO PRODUCTIVO-LABORAL. Que se adapte éste a la maternidad y a la crianza y no al revés.

Lo que es tanto como decir cambiarlo todo.