13 de octubre de 2010

Mis clientes patriarcales.


La semana pasada acudió a mi establecimiento un cliente de unos cuarenta y pico años.
Quería comprar un regalo para su esposa. Acababan de tener su primer hijo.

Sin embargo, no era un día alegre para él...

El individuo en cuestión se quejaba porque la madre había elegido el nombre de pila del niño.

Ella había osado romper con una tradición dinástica patriarcal, según la cual el primogénito llevaba siempre el nombre del abuelo paterno.
Le correspondía llevar un nombre bastante horrible, de hecho.

Calificó a su esposa, la madre de su hijo, supuestamente su amiga y amante, como "una de esas madres modernas", por haber roto la tradición familiar. Con un tono bastante despectivo, por cierto.

Sin duda, sentía nostalgia de aquellas mujeres aterrorizadas y sumisas,... como lo habría sido su madre, es de suponer.
Era un hombre dolido, abatido por semejante acto de rebeldía.

No, la gestación y el cuidado del bebé no contaban para él. ¿Qué hay de todos los cambios físicos y psicológicos que ella ha sufrido? No parecen contar, para nada... El padre quería, además de transmitir su primer apellido, elegir el nombre de pila.

No me enfrenté a ese cliente, porque afortunadamente ella había vencido sobre una tradición de otra familia catalana de fondo machista. Hablarle de la matrilinealidad hubiera significado para él una grave afrenta, no era oportuno...
Lamento que esa mujer y su hijo deberán soportar a un hombre así durante años.

Impresentable, porque es otro de tantos que sólo quieren un heredero. Lo siento, a esto no se le puede llamar "padre". Conozco a un putero similar: misógino declarado, sólo se casó para tener descendencia. Y lo decía riendo, el muy mentecato.

¿Cómo crecerá ese niño con tal referente cerca?

Oremos a las diosas por ellxs.

14-10-2010: Hoy nos ha visitado otro cliente que explicaba cómo se iba de juerga a los países del este con sus amigos. Sí, sí, turismo sexual. Y lo explicaba como si fuera lo más normal del mundo. Yo no estaba presente, se libró de mi mirada fulminante.