5 de octubre de 2010

Conspirando contra las madres libres.

La paternidad-masculinidad es la capacidad de provocar sufrimiento en mujeres y niños sin inmutarse, y la madre carece de autoridad, según este "psiquiatra" ultracatólico (ver artículo más abajo).

Si hacemos caso de lo que dice, los pueblos matriarcales que tanto publicito en este blog serían reductos de canibalismo, adicciones, caos moral y violaciones constantes de la dignidad humana.
Sus teorías son fácilmente falsables, incluso por mí mismo, lo que indica que de científico no tiene un pelo.

El señor Meseguer, en este blog, conspira contra las madres de forma sibilina. Creo que debe mover a la reflexión a las mujeres católicas.

Católicas del mundo, no podéis permitir que se escriban cosas como ésta en nombre de Jesús. Recordad, según la tradición, ¡Jesús no tuvo padre biológico!

Aunque podría parecerlo, no tengo nada contra los padres, ni contra los hombres. ¡Yo soy uno de ellos!
Pero no soy "padre" por el hecho de haber aportado mi semilla, sino en virtud de mi apoyo y refuerzo del vínculo materno-filial, algo que es satanizado por el artículo que sigue.

El padre biológico no dispone del cuerpo de la madre para satisfacer sus necesidades sexuales a demanda, no tiene ninguna autoridad sobre el cuerpo de ella.

Pero el título de "padre" todavía tienta a algunos a otorgarse derechos sobre el resto de su familia: sexuales, morales, domésticos y económicos.
Muchos padres patriarcales, incluso algunos neomachistas "igualitaristas" no católicos, sé que comulgarían con este artículo, porque contiene todo lo necesario para:

- retirar toda autoridad moral de la madre,
- darle status, privilegios y derechos al varón-fecundador, y
- relegar a las mujeres y niñxs al lugar política y moralmente pasivo al que el patriarcado las confina.

Las frases en rojo son mis comentarios y notas, expresan lo que no se dice pero se lee entre líneas; en clave irónica, por supuesto.

Nada de lo que este artículo afirma de los padres se cumple con MI padre. Curioso, ahora entiendo por qué soy una oveja descarriada...


Sin padre no hay familia

La ausencia del padre es la principal causa del retroceso en el bienestar de los niños. Claro, la ausencia de la madre no importa tanto. También es un factor crucial para comprender la crisis actual de la familia. Y la crisis económica, ¿no será también culpa de las madres? Así lo explica el francés Tony Anatrella, experto (¡ooooh!) en psiquiatría social y consultor del Consejo Pontificio para la Familia (a más pontificio, menos cristiano), en su libro La diferencia prohibida (1), del que resumimos algunos párrafos, y cuyas "investigaciones" han sido financiadas con las arcas de sectas patriarcales.

Anatrella advierte que la devaluación de la función paterna tiene consecuencias sobre la estructuración psíquica de los individuos y sobre la sociedad: debilitamiento de la imagen masculina (¿imagen masculina?¿qué es eso?), trastornos de la filiación, aumento de las conductas adictivas, pérdida del sentido de los límites (toxicomanías, bulimia/anorexia, prácticas sexuales reaccionales), dificultades para socializarse, etc. (¡todo esto lo he visto yo producido y alentado por ciertos padres!).

La sociedad actual valora mucho la figura de la madre. ¿Acaso no debería? Es verdad que ésta es una fuente de seguridad para el niño (uf, ya le ha costado decirlo), pero la relación de la madre y el hijo necesita completarse con la función paternaAhora viene lo bueno... El padre es el que dice que no (tanto al hijo como a la madre, lo que permite justamente diferenciar a los dos padres), el que introduce la negatividad y el que declara la prohibición, es decir el límite de lo posible”. Es decir, yo debería estar todo el día con cara de mala leche, poniendo límites a la libertad de mi amiga e hijos, pisoteando la autoridad materna, porque la madre "malcría" constantemente a los niños. ¿He entendido bien? ¿Puedo pegarla incluso, si se resiste?

La figura del padre es necesaria para el desarrollo psicológico equilibrado de los hijos, ¿aunque los maltrate, se emborrache o meta mano a la secretaria?. El padre es el mediador entre el niño y la realidad ¿la madre no puede serlo?; permite al hijo tomar iniciativas, porque su madre nunca lo haría, “porque él ocupa una posición de tercero, de compañero de la madre, y no de madre bis” (aquí me pierdo un poco). Gracias a la figura del padre, el bebé aprende a diferenciarse de la madre y a adquirir autonomía psíquica, es sumamente importante que se diferencie de la madre, porque si no podría terminar siendo homosexual, o afeminado, o sensible. El niño descubre que él no hace la ley, sino que existe una ley fuera de él. Y esa ley no puede dictarla ni transmitirla la madre, la gran malcriadora, transmisora del pecado original. La ley sólo se transmite por vía masculina, parece ser, pues la mujer nunca ha sido un sujeto "legal", ni capaz de legislar.

Gracias a la relación con el padre, el niño y la niña adquieren también su identidad sexual (buenooo...). “La diferencia de sexos encarnada por el padre juega por otra parte un papel de revelación y de confirmación de la identidad sexuada. Tanto la chica como el chico tienen en efecto tendencia, al comienzo, a identificarse con el sexo de la madre (eso es pernicioso, no sabéis hasta qué punto), y es el padre, en la medida en que es reconocido por ella, el que va a permitir al hijo situarse sexualmente”. Conozco a un padre que "situó" sexualmente a sus hijos a base de insultos, chantaje emocional y miedo, y terminó abocándolo al suicidio.

El padre excluído (pobrecillo, qué pena penita pena)

¿Por qué se ha impuesto en nuestra sociedad esta idea de la ausencia del padre? Hoy se divulga la figura del padre indigno o incompetente (que sigue por desgracia siendo muy real), sostenida por la legislación y estereotipada por los medios de comunicación (y el Gran Wyoming). “Así, en la mayor parte de los guiones de las series televisivas, es presentado como incapaz de situarse en la relación educativa, de ocuparse de adolescentes, menos todavía de proclamar las exigencias necesarias a la vida en sociedad, incluso de reprender cuando es necesario”.
Muchas mujeres reprochan a los hombres no cumplir con el papel de padre cuando, más o menos conscientemente, ellas se las han arreglado para no dejarles el lugar que les corresponde (qué madres más malas, por dios, ¿cómo sobrevivirán ellos solos en este mundo?). “La madre aleja así al padre, con el riesgo de culparlo en un proceso perverso que le permite confirmar su poder y su sentimiento de omnipotencia sobre sus hijos, sobre el hombre y sobre el padre”. En mi matriarcado la madre no es así de mala, por favor, qué desconocimiento de la mujer real.
La que está valorada sobre todo es la relación madre/hijo y el padre cree que tiene que ser una segunda madre para hacerse aceptar. Algunos hombres, condicionados por este conformismo (no, si va a resultar que los ultracatólicos son los progres), han llegado a identificarse con “el modelo de ‘papás gallinas’ ¡juas! ...acabo de poner un huevo, es decir, no un padre, sino más bien un hermano mayor o un tío”. Conozco a tíos más humanos que algunos padres, ¿qué me dice a eso?

La ausencia del padre se explica también por la confusión entre procreación y maternidad. Para Anatrella, esta confusión “remite al fantasma femenino de la partenogénesis (es decir, de la fecundación sin macho), un fantasma en el que están obligados a creer millones de católicos, si no recuerdo mal. La sociedad ha confirmado demasiado fácilmente este fantasma acreditando la idea de que, al no concernir la procreación y la maternidad más que a la mujer, ésta puede educar a un hijo sin padre”. Es decir, un monstruo, como Jesús de Nazaret. Ya va siendo hora de que excomulguen a la virgen María.

El desarrollo de los anticonceptivos y la trivialización del aborto han contribuido a sostener esta ilusión de que la mujer domina ella sola la procreación. Bueno, la Virgen María no le pidió permiso para nada a San José, el mayor figurante de la historia de la Revelación. De aquí ha surgido un eslogan: “Mi cuerpo me pertenece”. ¿A quién le pertenece, entonces? Afirmar esto es sobrentender que “la procreación me pertenece”, algo que es muy discutible porque le pertenece al varón, eso está clarísimo, pa'eso llevamos todos el apellido del padre. “Si la maternidad concierne a la mujer, la procreación es compartida por el hombre y la mujer: no es sólo competencia de la mujer”. (¿Y la crianza concierne sólo al padre? No lo dice, pero lo piensa...)

Hijos objeto

Los países occidentales han contribuido a reforzar esta concepción del padre excluido de la procreación. Así ocurre cada vez que se legisla pensando únicamente en “la madre en solitario” (Art.39.2 de la Constitución Española). El ejemplo cercano que describe Anatrella es el de las leyes francesas que, en caso de divorcio, hacen depender los derechos del padre de las buenas o malas relaciones que tenga con la madre (un buen padre no es el que ama a la madre, sino el que la somete, ¿es eso?). Lo mismo ocurre con las decisiones judiciales, al confiar sistemáticamente la custodia del hijo a la madre. ¿Este señor odia a su madre por alguna razón? ¿Quién psicoanaliza a este psiquiatra?

Lo más grave del asunto es que la exclusión del padre penaliza también a los hijos (Pues conozco a más de un hijo que se quedaría bien tranquilo sin padre...). “¿No se ha creado, al privilegiar los derechos de la madre, una doble categoría de excluidos, por una parte los padres biológicos rechazados, y por otra los hijos, propuestos a un padre de sustitución tras otro, o incluso confiados a terceros especializados, ‘hijos-objeto’, ‘hijos-capricho’, ‘hijos-prótesis’, que se ofrecen como valedores?”. Eso sí que no, tener hijos por capricho no está nada bien.

La ausencia del padre tiene efectos muy negativos en el desarrollo de los hijos (miradme a mí, con un padre ausente y egoísta, me he convertido en una criatura diabólica). Según encuestas citadas por Anatrella, en Estados Unidos un niño tiene seis veces más riesgo de crecer en la pobreza y dos veces más de abandonar la escuela si ha sido educado por una madre sola que si pertenece a una familia constituida por dos padres, capaces de ofrecerle puntos de referencia. Le recomiendo leer este artículo que publiqué recientemente.

La consecuencia última de la ausencia del padre se manifiesta en el aumento de la violencia, porque las madres les educan en la violencia, está claro. Al no llegar a aceptar lo real, por falta del sentido de los límites que debería inculcar el padre, los hijos se rebelan y se multiplican los actos de violencia. Estoy acojonado, mis hijos serán auténticos asesinos si no impongo mi autoridad y retiro la de la madre. Pero la agresividad también se vuelve contra uno mismo y se convierte en autodestrucción.

Repensar la familia

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Buena pregunta. Para Anatrella, el problema de la ausencia del padre está íntimamente ligado a otro problema más general: el de la desmembración de la familia constituida por un padre y una madre con hijos. “La familia se rompe, en efecto, sobre todo bajo la presión de la pareja actual (por culpa de la mujer siempre) en la que los individuos, en cuanto tales, no buscan más que su beneficio a través del otro. Se rompe también porque, muy a menudo, omite su papel educativo”. En eso estoy de acuerdo, el egoísmo de los padres nunca es bueno.

La crisis de la familia se manifiesta en el descenso de matrimonios y la extensión de las uniones de hecho, la baja fecundidad, la multiplicación de divorcios. Pero tiene una causa más profunda: el problema está en las representaciones sociales de la familia, en la concepción que tenemos de ella. Ooooh, qué profundos enunciados... y qué bien habla este señor, seguro que tiene razón.

Para revalorizar la figura del padre, Anatrella propone recuperar el sentido de la familia. Se trata de redescubrir qué significa la experiencia del parentesco y la diferencia de generaciones. Ha de afirmarse que padre y madre son necesarios, que ninguno es más que el otro, que ninguno de ellos es sustituible o canjeable por el otro. Excepto cuando el padre ejerce de padre, entonces la madre a callar y someterse a su ley, a sus límites y a su moral, ¿verdad?

(1) Tony Anatrella. La diferencia prohibida. Sexualidad, educación y violencia. Encuentro. Madrid (2008). 336 págs. 30 €. T.o.: La différence interdite. Traducción: Lázaro Sanz


Y para los niños y niñas sin papá,
¿qué mejor figura paternal que Benedicto XVI?

Mucho mejor que Jesús, que era demasiado blando,
incitaba a las mujeres a rebelarse y tuvo una madre dominante.
Además, ¿a quién se le ocurre resucitar andrógino?