29 de enero de 2010

Sacerdotisas de la Iglesia Católica Romana


El movimiento Sacerdotisas Católicas Romanas (Roman Catholic Womenpriests) es una valiente iniciativa de feligresas de la Iglesia Católica que empezó con la ordenación de siete mujeres en el río Danubio en 2002. Reclamando el ancestral patrimonio espiritual de la humanidad, éstas sacerdotisas desean formar una iglesia más inclusiva, centrada en Cristo y su mensaje de igualdad, en el siglo XXI. Mujeres obispo (¿obispas?) ordenadas en plena sucesión apostólica continúan con la tarea de ordenar a otras mujeres en el seno de la Iglesia Católica y Romana. Defienden un nuevo modelo de ministerio sacerdotal, en íntima unión con el resto de personas a las que sirven. Su denominador común con Jesús es el deseo de una sociedad más igualitaria, en la que mujeres y hombres puedan vivir el Evangelio sin restricciones.

Quienes presumen de ser los verdaderos y únicos intérpretes de Cristo dicen que las excomunican...¿de qué? No sé de qué hablan, su "autoridad" me parece bastante infundada. Si ellas han desobedecido una ley injusta, han actuado muy evangélicamente. ¡Jesús también desobedeció las leyes y convenciones de su época!

Yo siempre he sido crítico con el sacerdocio, si es entendido como una casta superior. Pero no si éste aparece en una forma renovada, totalmente distinta y profética. Por eso, creo que estas sacerdotisas pueden empoderar y devolver la autoestima a muchas otras personas, especialmente mujeres católicas, que necesitan recordar que ellas también son sagradas, únicas e irrepetibles. Más aún, pueden fortalecer a muchas mujeres en la convicción de liderar a sus comunidades, en todos los niveles.

Matriarcado Cristiano desea que estas mujeres, algunas de ellas con familia, puedan servir a sus comunidades con el ejemplo profético de su valentía y coraje. Un nuevo sacerdocio más humano y menos clasista es lo que necesitan todas las iglesias, donde el/la sacerdote pueda ser un/a compañer@ espiritual, alguien siempre dispuesto a escuchar, a acompañar y animar, mediante una defensa constante y testimonial de la libertad, la justicia social y la dignidad/sacralidad de la persona humana, integrada en la naturaleza. Un sacerdocio en el que se valore el servicio y no el adoctrinamiento, en línea con las palabras de Jesús: "Quien quiera ser el primero, hágase el último". También, como bautizado, desearía que algún día la iglesia católica se liberara de la coletilla esa de "Romana".

Matriarcado Cristiano apoyaría un nuevo modelo de "iglesia católica" (católica=universal, inclusiva, para tod@s), profética, avanzada a la sociedad, con alternativas para el futuro, totalmente distinta del modelo eclesiástico clasista heredero del patriarcalismo, abierta al cambio y la evolución, capaz de imaginar y ser creativa, capaz de olvidar/superar aquellas "tradiciones" que nos apartan de la voluntad del Jesús real, y abrazar nuevas metáforas más acordes con su mensaje. Digo "metáforas" porque la religión debe ser poética, no encerrarse en conceptos y verdades dogmáticas. Sin capacidad para el lenguaje analógico, mítico y poético, mejor callar y no hablar de "Dios".
Sólo así, con espíritu renovado, "resucitado", podrán los cristianos participar en el cambio social que el mundo necesita.

En mi opinión, y aquí much@s no estarán de acuerdo conmigo, lo cuál es comprensible, esa "iglesia utópica" no podrá existir si no acepta las virtudes de un nuevo posible modelo matriarcal-matrilineal, donde pueda reconocerse la autoridad femenina, sin límites. Y digo "nuevo" porque ningún modelo antropológico está terminado, ni lo hallaremos totalmente en el pasado, sino que depende de la voluntad de futuro de aquell@s que soñamos en él.

Repensar las "vocaciones" cristianas:
Las iglesias actuales aún están a tiempo de derribar las barreras artificiales de las llamadas "vocaciones", que se han alzado a menudo para separar y controlar a las personas en diferentes castas (vida religiosa - sacerdocio - matrimonio) y abrirse a la permeabilidad, la mezcla y el mestizaje, sin la rigidez de un sistema creado a imagen y semejanza de instituciones patriarcales, que osan decir con petulancia qué lugar nos tiene asignado SU Dios para toda la eternidad, más aún si el sexo de cada uno sigue siendo causa de discriminación. Una iglesia dispuesta a perder cuotas de poder, que no encierre y asfixie todo lo que existe, y lo que ni sabemos con certeza si existe (llámese Dios/a) en normas y conceptos estáticos e inmutables, será una iglesia a la que se podrá escuchar de nuevo con respeto, y puede que incluso recupere su "autoridad" perdida, aunque se tratará ciertamente de una "autoridad" totalmente distinta a la que nos tiene acostumbrados.