El hombre matriarcal se caracteriza por no sentirse obligado a obedecer orden alguna de otro varón. Ésta es la parte más interesante de ser matriarcal. Matriarcado no es obediencia a la mujer, sino desobediencia
al patriarca.
El patriarca por lo general es un ser que se cree
superior, acostumbrado a que los demás le sirvan, le imiten, le adulen, le teman y le
complazcan. El varón matriarcal no encaja en jerarquía alguna y,
aleccionado por la historia, desconfía de toda autoridad masculina.
En contra de lo que podría parecer, el hombre matriarcal no obedece a ciegas cualquier deseo de mujer. Sabe qué es lo necesario, cuándo y por qué. Supedita su propio interés individual al bien común, desde la no violencia y el consenso. Empezando por el bien de su familia, subordinando el interés particular de ésta al bien de la comunidad, y así sucesivamente hasta llegar al de la biosfera, la Madre Tierra, en último término.
Tampoco reconoce la autoridad de otras personas que, sin ser varones, han vendido su libertad al patriarcado por un puñado de monedas.
Ejemplo de mujeres abducidas por el PP
(Partido Patriarcal)
En consecuencia, y para no caer en una flagrante contradicción, el hombre matriarcal es aquel que no se otorga autoridad para imponerse sobre el destino de nadie, y mucho menos sobre el de su propia pareja e hijxs.
“Si la capacidad de desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien provocar el fin de la historia humana”
Erich Fromm, Sobre la desobediencia.