13 de abril de 2011

El padre matriarcal.

Así como existen "madres patriarcales", también existimos unos pocos padres no-patriarcales (antipatriarcales, matrísticos, matriarcales,... o como se nos quiera llamar). Somos aquellos padres que intentamos vivir según ideales opuestos a los tradicionalmente patriarcales, aunque no sea fácil por la presión social existente ni por la educación recibida.

El padre no patriarcal...
 
- no amenaza, no maltrata, no insulta, no chantajea, no culpabiliza, no se emborracha, no se droga, no evade su responsabilidad. Razona, explica las normas de convivencia sin irritarse, juega, dialoga, escucha, imagina, pide perdón cuando debe y aprende de sus errores.

- es consciente de que nunca perderá su condición de hijo. Ser padre biológico no le da derechos sino deberes, fijados por la madre: ella marca los límites de su autoridad en la familia.

- como hijo, trata a sus hijxs como iguales, como personas, sin prepotencia, sin considerarlos una más de sus propiedades, futuros trabajadores o simples herederos de su empresa/patrimonio/apellido.

- nunca siente celos de sus hijxs. Se alegra de la felicidad de los suyos, no siente envidia por el bien ajeno.

- está inmensamente agradecido a la madre por permitirle vivir a su lado, retornando ese favor en forma de servicio y escucha atenta a sus necesidades.

- no miente ni deforma la verdad en beneficio propio.

- NUNCA se considera a sí mismo "cabeza de familia". Antes bien, considera fundadora de la familia a la madre.

- muestra máximo respeto hacia otras identidades sexuales y reverencia lo que tradicionalmente ha sido llamado "femenino", ya no más como algo extraño y distante, sino integrado en sí mismo hasta el punto de diluir todo atisbo de "virilidad", esa falsa identidad que sólo produce sufrimiento y exclusión.

- pone todos sus bienes a disposición de la fundadora de la familia (la madre), para que los administre en beneficio del bien común y otros proyectos solidarios para la comunidad local.

- prioriza el bien de su comunidad al de otros entes abstractos (estados, religiones, partidos políticos, tradiciones,...) y prioriza el bien de su familia a su propio bien individual.

- siempre antepone los deseos -no egoístas- de la madre a sus propios deseos egoístas.

- es capaz de suspender todos sus proyectos personales para dedicarse al servicio de la madre y su comunidad. Con su ejemplo, contribuye a educar a sus hijxs en el sentido de la solidaridad y la cooperación.

- no interfiere en los lazos de afecto que se van tejiendo entre la madre y sus hijxs. Adopta una postura atenta y servicial y no le hace sombra o le quita protagonismo a la madre.

- enseña a sus hijos varones mediante el ejemplo: en la humildad, su dignidad como personas y el respeto a los demás. Les enseña a no juzgar a las personas por su apariencia o sus posesiones, sino por sus actos.

- toma la paternidad en serio y dedica tiempo a pensar sobre su función en el triángulo familiar. Sabe que una incompetencia prolongada conducirá a la madre a sustituirle por otra figura paterna más competente. En ese sentido, se sabe contingente, su paternidad biológica no le asegura el reconocimiento como "padre".

- sabe que la paternidad es importante (por la necesidad de apoyo que necesita la madre y el ejemplo que da a los niños), pero también sabe que esta función puede ejercerla cualquiera (la comunidad, la tribu...), no necesariamente el padre biológico. Sabe que en ciertas culturas (la Mosuo como paradigma) las madres prefieren mantener al margen a los padres biológicos para que la función paterna la ejerzan otros miembros del clan. Dichas sociedades "sin padre" son tanto o más solidarias que las nuestras: las madres priorizan el continuum de la relación materno-filial, frente a otras relaciones sentimentales, que pueden terminar en una lucha de egos y crean las condiciones óptimas para la transmisión de valores patriarcales (egoistas, narcisistas, dominadores, violentos...) a la descendencia.

- ha comprendido que él no tiene la última palabra sobre la maternidad de su pareja. Sólo ella puede decidir si ser madre o no serlo, cómo, dónde y cuándo.

- en cuanto su pareja deviene madre cambian totalmente las reglas del juego: el padre debe aprender a reubicarse en la relación de pareja.

- sabe que él no es el centro del universo.