17 de enero de 2011

Hijas del patriarcado (I): Marine Le Pen.

Estreno esta sección del blog para seguir explicando mi ideario político por vía negativa, es decir, qué no significa para mí ser matriarcal, y qué no significa "empoderar a la mujer".

Marine Le Pen sucederá a su padre en Frente Nacional, partido ultraconservador de extrema derecha francés. Una buena noticia para el partido, una mala noticia para quienes nos consideramos matriarcales.



Con la excusa de que ascienden -puntualmente y de cara a la palestra- a mujeres a cargos de alta responsabilidad, los agentes patriarcales se cubren las espaldas ante cualquier crítica de machismo. Situar a mujeres en altos cargos y obsequiarlas con el poder es el último recurso del patriarcado para confundir, dividir y dificultar el diálogo entre sectores feministas. El dicho de "divide y vencerás" está siendo aplicado ahora sobre el colectivo femenino con tal de destruir cualquier ápice de sororidad entre las mujeres. Marine Le Pen ya se ha estrenado con una puñalada trapera a Carla Bruni, a quien ha llamado "cantante de éxito declinante".
En el partido no se ve con buenos ojos que Marine sea laicista, dos veces divorciada y defensora del aborto. Pero por conquistar el poder se hace cualquier cosa, y una vez ella los conduzca al gobierno (algo que hará mejor que su padre) seguramente luego le darán "puerta".

Recurrir a figuras femeninas para defender idearios ultraconservadores está de moda: Sarah Palin, Esperanza Aguirre, Alicia Sánchez-Camacho,... son las abanderadas de un nuevo "feminismo" que augura tiempos de división para las mujeres, y conciencias tranquilas para el neomachismo.

La lucha por el poder a toda costa no entra en el carácter matriarcal: eso lo tengo muy claro.