Según Joan Manuel Cabezas, antropólogo social, existe un mito sobre el matriarcado, que surgió en pleno siglo XIX, con el auge de las teorías evolucionistas, que fue una invención fruto de la burguesía occidental europea, y cuyo principal ideólogo fue Bachofen, con la publicación en 1861 del libro Das Mutterecht o El Derecho Materno.
Según Bachofen, en los inicios de los tiempos hubo una época de gran tiranía sexual de los hombres, el ‘hetairismo’, lo que provocó que algunas mujeres se rebelaran y establecieran un matriarcado o ‘ginecocracia’, en la que ellas sometían a los hombres, establecían la familia y los obligaban a casarse (de aquí nace el prejuicio aún presente de que las mujeres son las que obligan a los hombres a formar una familia, o el mito de las Amazonas, como fantasía proto-masoquista de los hombres).
Según Bachofen, en los inicios de los tiempos hubo una época de gran tiranía sexual de los hombres, el ‘hetairismo’, lo que provocó que algunas mujeres se rebelaran y establecieran un matriarcado o ‘ginecocracia’, en la que ellas sometían a los hombres, establecían la familia y los obligaban a casarse (de aquí nace el prejuicio aún presente de que las mujeres son las que obligan a los hombres a formar una familia, o el mito de las Amazonas, como fantasía proto-masoquista de los hombres).
Para este antropólogo, así surgió el mito del matriarcado “en el que se relaciona a las mujeres con la sociedad salvaje y primitiva, con la naturaleza, y al que se contrapone el patriarcado, que se asocia a la sociedad civilizada, política, industrial y que excluye explícitamente a las mujeres. Este mito también sirve como argumento para la dominación de los ‘salvajes’ de los pueblos que se estaban colonizando en esa época en África o Asia, a los que se ve primitivos e inferiores, al igual que las mujeres”.
Según Cabezas, el sistema de asignar a un sexo un género determinado no es un sistema que se utilice en todas las culturas, “más bien al contrario, pueblos como los Bugi de Sulawesi, en la actual Indonesia, tienen hasta cinco géneros cumpliendo diversas funciones en la sociedad”.
Cabezas se preguntaba si en realidad el matrimonio monógamo es la forma de organización familiar más exótica y menos frecuente a lo largo de la historia y las culturas. “Por ejemplo, los Nayar, en el Sudeste de la India- explicaba- los niños siguen la línea de filiación materna, y las mujeres, a parte de su marido legal o ‘Pater’, pueden tener diferentes amantes o ‘Genitor’, que son los que engendran a su prole”. Todos estos ejemplos los dio para demostrar que el sistema en el que se basa el patriarcado tampoco es el más habitual ni “natural”.
Sociedades basadas en la cooperación
Según este antropólogo, el mito del matriarcado se ha creado para justificar el patriarcado en el siglo XIX. (...) En ningún caso se trató de una dominación de los hombres por parte de las mujeres, sino de un sistema donde los dos sexos cooperaban y se repartían el poder y las diferentes funciones sociales, con roles que no están ligados al hecho de ser hombre o mujer. Las mujeres, por supuesto, tenían poder, y esto se refleja en las diosas de diversas culturas, como las chinas Ma Tsu o Kuan Yin, las egipcias Isis o Nut o las griegas Demeter o Hera. Cabezas dio múltiples ejemplos de sociedades matriarcales a lo largo de la historia, como los Igbo en Nigeria, o los Bashi en el actual Congo".
Esas sociedades, basadas en la cooperación y distribución del poder, se contraponen al pensamiento dicotómico de las sociedades patriarcales, donde dominan los hombres y los valores asociados a lo masculino. Por ejemplo, en Dahomey, el actual Benin, la lucha contra los colonizadores británicos fue llevada a cabo por las mujeres. Así pues, el mito de matriarcado se convierte en la dicotomía ideal para enfrentar modernidad contra primitivismo/matriarcado (“si se deja el poder a las mujeres es la barbarie: argumento contra el voto femenino) y este es el humus o base del capitalismo que, según el conferenciante, se basa en la misoginia y en la creación de un “otro”, un espejo inverso, por el cual se legitima la dominación de un sexo, una raza y una clase determinada”.
Tomado de Amecopress