Que nuestro sistema educativo todavía no incluya ni la más mínima crítica al concepto de patriarcado me resulta preocupante.
Hablando con una amiga, profesora de filosofía en ESO y Bachillerato, se confirmaban mis sospechas: nuestro sistema educativo todavía no presenta una crítica al patriarcado en las aulas. De eso no se habla.
Sí se critican sus síntomas: la violencia, el abuso de poder, el autoritarismo, el terrorismo, el fundamentalismo,... y ya es mucho. Pero en la raíz de esos problemas puede que exista una causa común más profunda: la absolutización de la autoridad jerárquica en la familia, con el padre en la cúspide, y todo lo que ello conlleva para el inconsciente colectivo.
En mi opinión, la mayoría de neurosis presentes en nuestras familias hunden sus raíces en las acciones u omisiones de algún patriarca, una o más generaciones atrás. No es algo lejano, el patriarcado es algo que todos sufrimos en mayor o menor medida, si no en nuestras casas, sí en otros ámbitos extrafamiliares, académicos, económicos y culturales.
No me extraña que nuestros adolescentes encuentren la filosofía aburrida: no les aporta una explicación práctica sobre la mayoría de sus problemas cotidianos.
Mareando la perdiz, se enseña lógica, Kant, racionalismo, idealismo transcendental, positivismo... pero no se explica que los últimos 5.000 años han significado la progresiva universalización de la jerarquización de la unidad política básica, la familia, en base a la sacralización del poder del padre; que el derecho romano ha otorgado potestad total al pater familias durante más de dos mil años; que desde entonces la matrilinealidad nunca ha sido una opción libre para las familias; que el colonialismo ha sido el arma de exterminio cultural de pueblos matriarcales que sí practicaban la equidad y el consenso; que las iglesias y sus apóstoles han ocultado que Jesús era una excepción profética antipatriarcal; que se ha actuado negando la plena humanidad de la mujer hasta bien entrado el siglo XX (en occidente); y que se ha favorecido la aniquilación de cualquier atisbo de cultura y organización matriarcales, asociándolo a los estadios "primitivos", "bárbaros" y "poligámicos" de la humanidad.
Ninguno de los filósofos que entran en los planes de estudio lo ha tenido en cuenta... ¿Qué tipo de filosofía es ésa? ¿Acaso los varones más inteligentes de la historia occidental están ciegos ante lo evidente?
Todo ello me hace sospechar que en nuestras sociedades libres y democráticas todavía queda mucho por hacer. Puede que sobren barbas y bigotes en la enseñanza de la filosofía. O puede que la asignatura de filosofía, tal y como se presenta, todavía más centrada en la memorística que en la crítica, sobre de por sí. Como licenciado en filosofía, me apena decirlo.